Israel Presenta su Innovador Plan de Movilidad: el Apartheid con GPS.

Caricatura satírica de carreteras segregadas en Cisjordania, una autopista para colonos y un camino de tierra para palestinos.

Desde la consulta del Absurdólogo de Guardia, hoy tenemos el placer de presentar una innovación que revolucionará el mundo de la ingeniería de tráfico y, de paso, el de la segregación racial. Directamente desde el laboratorio de ideas más controvertido del planeta, el Gobierno de Israel nos trae su última genialidad para «pacificar» Cisjordania: las carreteras por suscripción. O, para ser más exactos, las carreteras según tu DNI.

La idea es de una simplicidad que abruma: se construirán nuevas y flamantes carreteras que conectarán los asentamientos de colonos israelíes entre sí y con Israel. Unas autopistas de primera, lisas como el culito de un bebé, bien iluminadas y, lo más importante, exclusivas. Son las carreteras «Premium». Las carreteras VIP. El carril para los que tienen el carnet del club.

Y para los demás, es decir, para los palestinos que llevan viviendo ahí desde que los romanos iban en sandalias, ¿qué hay? Bueno, para ellos también habrá carreteras. Las de siempre. Con sus baches, sus curvas y, por supuesto, con esos encantadores elementos de dinamización del tráfico conocidos como «controles militares sorpresa». Es el modelo «Freemium» de la movilidad: una versión básica, con muchas interrupciones y sin acceso a las funciones guays.

A continuación, reproducimos lo que podría ser la nota de prensa del Ministerio de Tráfico y Coherencia Histórica de Israel:

COMUNICADO OFICIAL: UNA SOLUCIÓN EFICIENTE PARA CADA COMUNIDAD

Con el objetivo de mejorar la fluidez del tráfico y garantizar la seguridad de todos nuestros ciudadanos, nos complace anunciar el «Plan de Optimización Vial de Judea y Samaria».

Gracias a esta iniciativa, nuestros ciudadanos de los asentamientos podrán disfrutar de rutas directas y seguras, reduciendo su tiempo de viaje y eliminando el estrés innecesario de tener que compartir asfalto con… bueno, con el tráfico local. Estas nuevas vías, que llamaremos «Rutas de Bienestar», permitirán a las familias llegar a sus hogares sin el molesto inconveniente de tener que enfrentarse a realidades que podrían estropearles la cena.

Para la población palestina, mantendremos y mejoraremos la red de carreteras existente, que a partir de ahora pasará a denominarse «Rutas Pintorescas». Estas rutas ofrecerán una experiencia de conducción mucho más auténtica y enriquecedora, con emocionantes paradas imprevistas que permitirán a los conductores practicar la paciencia y conocer a nuestros amables soldados.

Con este sistema, todos ganan. Unos ganan tiempo y comodidad. Los otros ganan… carácter. Estamos convencidos de que este modelo de «dos soluciones viales para dos pueblos» es un paso de gigante hacia un futuro de convivencia… paralela.

Esto, amigos, es el Apartheid con GPS. Es la institucionalización de la segregación llevada a su máxima expresión logística. Ya no solo construyes muros para separar a la gente, ahora les construyes carreteras distintas para que ni siquiera tengan la oportunidad de cruzarse en un atasco y mentarse a la madre como buenos vecinos.

Y aquí llegamos a la pregunta del millón, esa que se hace cualquier experto en movilidad urbana y en derechos humanos: ¿quién hará más caravana? ¿Los colonos en su autopista reluciente, que se atascará en la entrada de Tel Aviv como cualquier otra? ¿O los palestinos, cuyo viaje de diez kilómetros puede convertirse en una odisea de tres horas gracias a un control aleatorio porque a un soldado de 19 años le ha parecido que llevaban la música demasiado alta?

Es un chiste macabro. Una demostración de que, a veces, la solución más eficiente desde el punto de vista de la ingeniería es la más monstruosa desde el punto de vista de la humanidad. Y mientras se despliegan los planos y las excavadoras, el mundo mira con esa mezcla de horror y fascinación con la que se mira un accidente de tren a cámara lenta. Sabiendo que esto, como todas las soluciones que se basan en separar en lugar de unir, solo puede acabar de una manera: mal.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *