El PP Acusa a Sánchez de ‘Declararle la Guerra’ a los Jueces (Tráiler de la Temporada 17).

Caricatura de políticos del PP y PSOE intercambiando sus papeles de defensores y atacantes de los jueces en una puerta giratoria, como sátira de la hipocresía política.

Desde la consulta del Absurdólogo de Guardia, hoy tenemos el placer de anunciar un gran estreno. No se hagan ilusiones, no es una nueva temporada de Succession. Es algo mucho mejor, mucho más nuestro. Con todos ustedes, vuelve el éxito que arrasó en las legislaturas de 2004, 2011, 2018 y, básicamente, en todas las legislaturas desde que se inventó la democracia. ¡Vuelve «Guerra de Jueces»!

Con los mismos guionistas de siempre, la misma trama predecible, pero, ¡atención!, con un giro de guion espectacular: ¡los actores han intercambiado los papeles!

EL TRÁILER DE ESTA SEMANA

En el emocionante capítulo de esta semana, el Partido Popular, desde el sufrido bando de la oposición, ha acusado con voz grave y gesto compungido al Gobierno de Pedro Sánchez de «declararle la guerra» a los jueces. ¡Una afrenta intolerable! ¡Un ataque a la separación de poderes! ¡Una deriva autoritaria que nos acerca peligrosamente a Venezuela! (Siempre hay que meter a Venezuela, es como el perejil en la cocina política).

La trama es sencilla: un juez está investigando un caso que salpica al entorno del poder. El poder, lógicamente, se revuelve y critica al juez. Y la oposición, oliendo sangre, sale en tromba a defender la «independencia judicial» como si fueran los últimos templarios protegiendo el Santo Grial.

Es una historia preciosa, llena de héroes y villanos. Pero, como en toda buena serie, para entender el capítulo de hoy, hay que ver las temporadas anteriores. Y aquí, amigos, es donde la hemeroteca, ese juez implacable que nunca duerme, nos regala las mejores escenas.

EL «MANUAL DEL BUEN OPOSITOR» (Y DEL MAL GOBIERNO)

Para los más jóvenes, o para los que tengan la suerte de no recordar el pasado, hemos elaborado una pequeña guía que explica las sencillas reglas de este juego:

  • Paso 1: El Juez Amigo.
    Si un juez, pongamos por caso, imputa a un rival político, ese juez es un «héroe», un «paladín de la justicia», un «profesional independiente que cumple con su deber». Hay que alabarlo, protegerlo y, si se puede, proponerlo para una medalla.

  • Paso 2: El Juez Enemigo.
    Si ese mismo juez, unos meses después, decide investigarte a ti o a tu cuñado, la cosa cambia. De repente, el juez ya no es un héroe. Es un «activista con toga», un «peón de la izquierda/derecha mediática», un «prevaricador» que practica el lawfare. Hay que desacreditarlo, insinuar que tiene oscuros intereses y, si es posible, recordarle a todo el mundo que una vez suspendió una oposición.

  • Paso 3: La Acusación Ritual.
    Una vez identificado el «juez enemigo», el siguiente paso es acusar al Gobierno de «presiones intolerables» y de «atacar la separación de poderes». No importa si no hay pruebas. La palabra «intolerable» es como el ajo: le va bien a todo.

LA HEMEROTECA: ESA SERIE QUE DESEARÍAN QUE CANCELARAN

Y ahora, viajemos en el tiempo. ¿Recuerdan aquel mítico episodio de hace unos años, cuando el Gobierno era del PP y el PSOE estaba en la oposición? ¡Qué tiempos! Entonces, eran los socialistas los que, con la misma cara de indignación que hoy pone el PP, acusaban al gobierno de Rajoy de «manosear la justicia», de «controlar a los fiscales» y de «declararle la guerra a los jueces» que investigaban su corrupción.

¡Es una obra de teatro maravillosa! Los actores se cambian el vestuario, pero el guion es exactamente el mismo. El que hoy es el defensor de la independencia judicial, mañana será su más feroz atacante. Y viceversa. Es una puerta giratoria de hipocresía.

PAZ EN LOS JUZGADOS, GUERRA EN LOS MEDIOS

Y mientras nuestros valientes políticos libran esta batalla épica en los platós de televisión y en las trincheras de Twitter, ¿qué pasa en el mundo real? Pues en el mundo real, los jueces, los de verdad, siguen en sus despachos, rodeados de montañas de expedientes que amenazan con devorarlos.

Me los imagino, escuchando las noticias, mientras buscan un folio que no se ha traspapelado. Deben de estar deseando que ambos bandos les declaren una tregua y les dejen trabajar en paz. O, al menos, que se pongan de acuerdo para subirles el presupuesto para grapadoras y personal, que es la única guerra que de verdad les importa.

Al final, la única guerra que existe aquí es la de los titulares. Una guerra de postureo, de demagogia, diseñada para consumo de sus propias parroquias. Saben que su electorado quiere oír que el otro es el malo, y ellos, simplemente, le dan al público lo que pide.

Así que no se preocupen. Esta serie tendrá más temporadas. Los actores volverán a cambiar de papel, pero la trama seguirá siendo la misma. Y nosotros, los espectadores, seguiremos aquí, pagando la entrada de este circo, cada vez más caro y más predecible.

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