Desde la consulta del Absurdólogo de Guardia, hoy tenemos que anunciar un descubrimiento científico que revolucionará el campo del derecho procesal. Olviden el «in dubio pro reo», olviden el «habeas corpus». Un grupo de audaces abogados españoles ha descubierto una nueva ley de la física judicial: el «Principio de Prescripción por Puro y Absoluto Aburrimiento».
El hallazgo ha tenido lugar en el marco del «Caso Montoro». La defensa de los investigados, en una jugada maestra de una brillantez que roza lo poético, ha solicitado la nulidad de toda la causa. ¿El motivo? ¿Pruebas falsas? ¿Vulneración de derechos fundamentales? No, algo mucho más profundo. El motivo es que el secreto de sumario ha durado demasiado.
¡Es una genialidad! Es la victoria definitiva de la procrastinación. Es como ganar una carrera de maratón porque todos los demás competidores se han muerto de viejos esperando el pistoletazo de salida. El principal defecto de nuestro sistema judicial, su exasperante y legendaria lentitud, se ha convertido, por arte de magia, en la mejor herramienta de defensa.
EL SUMARIO FÓSIL
Para que entiendan la magnitud de la hazaña, debemos personificar al protagonista de esta historia: el secreto de sumario del ‘Caso Montoro’. Este sumario no es un simple conjunto de papeles. Es un vestigio arqueológico. Lleva tanto tiempo encerrado bajo siete llaves en un juzgado que ya se ha fosilizado. Los expertos creen que si un juez intentara abrirlo ahora de golpe, se desintegraría al contacto con el aire, como una momia egipcia mal conservada.
Los fiscales que empezaron el caso probablemente ya están jubilados, dedicándose a la petanca en Benidorm. Los periodistas que cubrieron las primeras detenciones ahora son directores de periódico con el pelo blanco. Y los investigados, mientras tanto, han visto crecer a sus hijos, han pagado una hipoteca y se han sacado un máster en paciencia.
La estrategia de la defensa es impecable. «Señoría», habrán dicho, «mis clientes no han podido defenderse adecuadamente, porque mientras usted tenía el caso guardado en un cajón, el mundo ha seguido girando. Se han inventado los coches eléctricos, la inteligencia artificial y el reguetón. ¡Las pruebas ya no son contemporáneas! ¡Pido la nulidad por desfase cronológico!».
NUEVAS APLICACIONES PRÁCTICAS PARA LA VIDA COTIDIANA
Este «Principio de Prescripción por Aburrimiento» tiene unas aplicaciones prácticas maravillosas para nuestra vida diaria. Imaginen las posibilidades:
En el hogar: «Cariño, no he sacado la basura. La orden verbal que me diste esta mañana ha permanecido ‘bajo secreto’ en mi lista de tareas pendientes durante demasiado tiempo, vulnerando mi derecho fundamental al descanso y a ver el partido. Por tanto, la orden queda anulada por defecto procesal».
En el trabajo: «Jefe, no he terminado el informe que me pidió para ayer. La petición ha estado en un estado de ‘secreto de sumario’ en mi bandeja de entrada, lo que ha impedido una adecuada preparación de mi defensa… digo, de mi trabajo. Solicito la prescripción de la tarea».
Con Hacienda: «Estimados señores de la Agencia Tributaria. Me niego a pagar esta multa. El plazo entre que cometí la infracción y que ustedes me han notificado ha sido excesivamente largo, generando en mí una indefensión total. Ya ni me acordaba de que tenía ese dinero».
LA TORTUGA GANA LA CARRERA (Y EL JUICIO)
Y así, la justicia española, en su infinita sabiduría, nos muestra el camino. Ha encontrado la forma perfecta de solucionar el monumental atasco que tiene en sus juzgados: dejar que los casos se mueran solos. Por pura erosión temporal. Por aburrimiento.
No es que no haya justicia, es que tiene un ritmo diferente. Un ritmo geológico. Mientras nosotros vivimos en el tiempo de los humanos, ella vive en el tiempo de las rocas. Y en ese tiempo, todo es relativo. Un secreto de sumario de cinco años es un parpadeo. Una década de instrucción es un suspiro.
Es la victoria de la paciencia. Sobre todo, la de los investigados. Saben que no tienen que demostrar su inocencia. Solo tienen que sentarse a esperar. Esperar a que un papel se traspapele, a que un plazo prescriba, a que un juez se jubile. Saben que su mejor abogado no es el que más sabe de leyes, sino el que mejor sabe esperar. Porque en esta carrera, la tortuga no solo le gana a la liebre. También le gana al Código Penal.