Incomprensible Ataque a la Innovación: Sanidad Retira las Nuevas Galletas Fontaneda Enriquecidas con Hierro (del de Taller).

Caricatura satírica de un niño que se convierte en un imán humano tras comer una galleta Fontaneda con partículas de metal.

Desde la consulta del Absurdólogo de Guardia, hoy tenemos que denunciar un atropello. Una injusticia. Un ataque frontal al progreso y a la innovación nutricional perpetrado por esos señores de bata blanca y ceño fruncido que trabajan en el Ministerio de Sanidad. La víctima: un humilde pero visionario lote de galletas «Pim’s Naranja» de la legendaria casa Fontaneda. ¿El crimen que han cometido estas inocentes galletas? Ser demasiado avanzadas para su tiempo.

Las autoridades, en un alarde de alarmismo propio de la Inquisición, han ordenado la retirada masiva de este producto por la «posible presencia de partículas metálicas». ¡Partículas metálicas! ¡Lo presentan como si fuera un problema! ¿Pero esta gente no lee los informes de la OMS? ¡Vivimos en una sociedad con un déficit de hierro crónico! La anemia ferropénica es una plaga. Y cuando una empresa valiente, una pionera como Fontaneda, decide tomar cartas en el asunto y lanzar al mercado la primera galleta-suplemento del mundo, ¿qué hacemos? ¡La retiramos! ¡Es de locos!

Esto no era un error de producción. Era una genialidad. Una campaña de salud pública encubierta. Piénsenlo. ¿A quién van dirigidas principalmente estas galletas con su suave bizcocho y su toque de naranja? A las meriendas, a las embarazadas con antojos, a la gente que necesita un «chute» de energía a media tarde. ¡El público objetivo perfecto para un aporte extra de minerales!

Me imagino la reunión del departamento de I+D de Fontaneda:

Jefe de Innovación: «Señores, la gente está floja. Necesitan hierro. Pero odian las lentejas y las espinacas les dan gases».
Joven Becario Visionario: «¿Y si… y si ponemos el hierro directamente en las galletas? Un pequeño trocito de tuerca por aquí, una virutilla de tornillo por allá…».
Jefe de Innovación: (Llorando de emoción) «¡Ramírez, es usted un genio! ¡Acaba de solucionar la anemia mundial! ¡Lance la nueva gama ‘Pim’s Ferretería’!».

Era el plan perfecto. Una forma de cuidarnos sin que nos diéramos cuenta. Una galleta que no solo te quitaba el gusanillo, sino que también te reforzaba los glóbulos rojos. ¡Y con un delicioso crujido metálico que te avisaba de que estaba funcionando!

Pero la burocracia, esa enemiga del progreso, no lo ha entendido. Han hablado de «riesgo para la salud», de «peligro de atragantamiento», de «posibles daños en el tracto digestivo». ¡Pamplinas! Son los mismos que se quejarían si el agua de Lourdes no pasara los controles de pureza. No entienden el concepto de «innovación disruptiva».

El portavoz de la compañía, me imagino, habrá intentado salir al paso para quitarle hierro al asunto, explicando que solo se trataba de un «ligero aporte mineral no contemplado en la receta original». Pero ha sido en vano. La caza de brujas ya había comenzado.

Esto es un día triste para la nutrición. Hoy han ganado los puristas, los que prefieren obtener el hierro de un aburrido filete de hígado en lugar de una deliciosa galleta con sorpresa. Hoy hemos perdido una oportunidad de oro (o de hierro, más bien) para ser una sociedad más fuerte y con mejores empastes.

Así que, si usted tiene en su despensa un paquete de estas galletas visionarias, no lo tire. Guárdelo como oro en paño. Es una pieza de coleccionista. Es el testimonio de lo que pudo ser y no nos dejaron. Y si se come una, mastique con cuidado. No por el metal, sino por el sabor de la revolución que nunca fue.

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