Informe Médico desde Berlín: el Doctor Scholz Advierte que al Estado del Bienestar le Quedan dos Telediarios (y a España le da un Sudor Frío).

Caricatura satírica del canciller alemán Olaf Scholz como un profesor estricto dando lecciones de austeridad a los países del sur de Europa.

Desde la consulta del Absurdólogo de Guardia, hoy tenemos que analizar un importante parte médico emitido desde la prestigiosa Clínica de la Austeridad de Berlín. El Doctor Olaf Scholz, especialista en finanzas con cara de pocos amigos, ha comparecido ante los medios para dar el último diagnóstico sobre el estado de salud de un paciente crónico: el Estado del Bienestar europeo.

El informe es preocupante. Según el Doctor Scholz, el paciente presenta un cuadro de «envejecimiento agudo de la población» y una «adicción severa al endeudamiento público». El diagnóstico es claro: si no se somete a un tratamiento de choque, el paciente corre el riesgo de sufrir un colapso sistémico.

Y, ¿cuál es el tratamiento recomendado por la eminencia alemana? Pues el de siempre. Una dieta estricta a base de recortes, un programa intensivo de «racionalización del gasto» (que es el término médico para «se acabaron las tonterías») y, por supuesto, mucho trabajo.

Nosotros, aquí en el sur de Europa, que somos como los parientes pobres y juerguistas de la familia, escuchamos estas palabras y se nos ponen los pelos de punta. Porque sabemos lo que significan. Cuando Papá Alemania tose desde Berlín, en Madrid, Roma y Atenas empezamos a buscar un Frenadol y a esconder la tarjeta de crédito.

Es el discurso del padre responsable que, a la vuelta de las vacaciones de verano, reúne a toda la familia en el salón. Tiene esa mirada seria, esa que precede a un sermón. Y entonces, suelta la bomba: «Se ha acabado la fiesta. Este año hay que apretarse el cinturón. Se acabaron los caprichos, los extras y el despilfarro». Y mientras lo dice, te está mirando fijamente a ti, el hijo del sur, el que siempre pide paga extra y tiene la habitación hecha un desastre. Sabes que cuando dice «recortar en caprichos», se está refiriendo a tu suscripción a Netflix y a tus cañas de los jueves.

La reacción en España ha sido inmediata. Al escuchar las palabras «racionalizar el gasto», nuestro país ha sufrido una lumbalgia aguda por el pánico. Un dolor punzante en la zona de las pensiones y un ligero mareo en el área de la sanidad pública. Porque ya nos conocemos esta película. Ya sabemos que cuando en Alemania hablan de «sostenibilidad», aquí tenemos que ir buscando las tijeras.

Y lo más maravilloso de todo es la elegancia con la que lo hacen. No te dicen «vais a tener que trabajar hasta los 70 y vuestra pensión será una cesta de fruta». No. Te dicen que hay que «adaptar el sistema a los nuevos desafíos demográficos». Suena mucho mejor. Es como si el verdugo, antes de cortarte la cabeza, te dijera que va a «optimizar tu estructura cervical para mejorar el flujo de aire».

Así que, mientras el Doctor Scholz prescribe su amarga medicina desde su aséptica consulta en Berlín, el resto de nosotros nos preparamos para lo peor. Guardamos los ahorros debajo del colchón, empezamos a mirar tutoriales de «cómo arreglar una gotera uno mismo» y, sobre todo, rezamos para que, al menos esta vez, la dieta de recortes se la apliquen un poquito a ellos mismos.

Pero, seamos sinceros, eso es tan probable como que un político admita que se ha equivocado.

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