Desde la consulta del Absurdólogo de Guardia, hoy tenemos que comunicar una noticia que supone un antes y un después en la historia del derecho y de la gestión pública. Una de esas sentencias que nos liberan de las cadenas de la responsabilidad. ¡Atención, procrastinadores, ineptos y amigos de dejarlo todo para mañana! ¡Estamos de enhorabuena! La Fiscalía de Medio Ambiente de Castilla y León, en un acto de lucidez jurídica sin precedentes, ha establecido una nueva y maravillosa doctrina: la incompetencia no es delito.
Sí, amigos. Han leído bien. Ante las denuncias por la desastrosa gestión de los incendios, la Fiscalía ha aclarado que «carecer de planes de prevención en sí mismo no es delictiva». ¡Es sublime! ¡Es la absolución universal para todos los chapuceros del mundo!
Es una lógica aplastante. Analicemos otros posibles casos bajo esta nueva y liberadora jurisprudencia:
El capitán del Titanic no cometió un delito al no poner suficientes botes salvavidas. El delito fue del iceberg, por aparecer donde no debía. La falta de previsión solo fue una «circunstancia administrativa no punible».
El cirujano que se deja unas tijeras dentro del paciente no es culpable. El culpable es el cuerpo del paciente, por no tener un sistema de detección de metales. La «ausencia de un plan de recuento de instrumental» no es, en sí misma, delictiva.
El arquitecto que construye un edificio sin salidas de emergencia no es un criminal. El problema es el fuego, que tiene la mala costumbre de propagarse. No criminalicemos al pobre arquitecto por su visión minimalista de la evacuación.
¡Se ha abierto la veda! ¡Por fin podemos gobernar y gestionar a base de improvisación, ocurrencias y cruzar los dedos muy fuerte, como se ha hecho toda la vida en este país! Se acabó la tiranía de la planificación, de la previsión, de esa cosa tan aburrida llamada «hacer tu puto trabajo».
Me imagino la alegría en los despachos de miles de alcaldes y concejales de urbanismo. ¡Están descorchando el champán! Ahora, cuando su pueblo se inunde por no haber limpiado la riera, podrán decir con la ley en la mano: «Mire, tener un plan de prevención de inundaciones era opcional. El delito es del agua, que es muy suya y baja por donde quiere».
Y cuando se les queme el monte, podrán mirar a sus vecinos a los ojos y decir: «La ausencia de un plan anti-incendios no es delictiva. El problema es de los árboles, que son de madera y, claro, arden. Si fueran de amianto, como mi despacho, esto no pasaría».
Esta doctrina es un bálsamo para el alma del gestor mediocre. Les absuelve de su principal pecado: la pereza. Les permite seguir cobrando su sueldo público sin la molesta obligación de tener que pensar en el futuro.
Así que, desde aquí, un aplauso cerrado para la Fiscalía de Castilla y León. Gracias por recordarnos que vivimos en un país maravilloso donde la responsabilidad es un concepto flexible. Gracias por sentar las bases de un futuro donde la ineptitud ya no será una vergüenza, sino un derecho. Y, sobre todo, gracias por darnos la excusa perfecta para la próxima vez que nuestro jefe nos pida un informe: «Mire, jefe, la ausencia de ese informe en sí misma no es delictiva. El problema es que usted lo necesite».