Desde la consulta del Absurdólogo de Guardia, hoy tenemos que hablar del juego más antiguo y apasionante de la política española: el escondite. Un juego en el que participan dos equipos: el Equipo A (un juez que busca unos papeles) y el Equipo B (un partido político que sabe perfectamente dónde están esos papeles, pero que preferiría someterse a una endodoncia sin anestesia antes que entregarlos).
La última partida de este campeonato nacional se está disputando en las altas esferas. El Tribunal Supremo, investigando el presunto chiringuito de corrupción conocido como «Caso Cerdán», ha decidido subir el nivel. Ha enviado un burofax. Y en política, un burofax de un juez es como la mancha negra de los piratas: significa que la cosa se ha puesto fea.
Como servicio público, hemos conseguido en exclusiva el intercambio de comunicaciones entre ambas instituciones.
BUROFAX N.º 1 – Remitente: Tribunal Supremo, Sala de lo Penal.
Asunto: Requerimiento URGENTE, INAPLAZABLE y CON MUY MALA LECHE de documentación.
Texto:
Por la presente, y por decimoquinta vez, se requiere al Partido Socialista Obrero Español a que, en un plazo que ya no es improrrogable sino directamente póstumo, presente ante esta sala toda la documentación, papeles, facturas, notas en servilletas y conversaciones de WhatsApp pertinentes al denominado ‘Caso Cerdán’.
Les recordamos que la no presentación de dicha documentación podría incurrir en un delito de obstrucción a la justicia, que, para que nos entendamos, es bastante más serio que saltarse un semáforo en ámbar.
Esperamos su pronta colaboración. Y esta vez va en serio.
Fdo.: Unos Jueces que Están Perdiendo la Paciencia.
La tensión es palpable. El Supremo ha lanzado su órdago. ¿Cómo responderá el partido aludido? ¿Con transparencia? ¿Con colaboración? No, amigos. Con una obra maestra de la picaresca burocrática.
BUROFAX N.º 2 – Remitente: Partido Socialista, Departamento de Asuntos Incómodos.
Asunto: RE: Requerimiento URGENTE, INAPLAZABLE y CON MUY MALA LECHE de documentación.
Texto:
Excelentísimos Señores Magistrados,
Acusamos recibo de su amable y siempre bienvenida comunicación, que hemos leído con el máximo interés y un profundo sentido de la responsabilidad institucional.
En relación con su solicitud, nos complace informarles de que, en el mismo instante en que recibimos su primer requerimiento (hace ya unos meses), movilizamos a nuestro recién creado «Departamento de Búsqueda de Activos Intangibles y Papeles Comprometidos». Un equipo de élite, formado por nuestros mejores archiveros y dos becarios con muchas ganas de hacer méritos.
Tras una búsqueda exhaustiva en nuestra sede de Ferraz, los resultados preliminares son prometedores. De momento, hemos localizado:
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Tres grapadoras que se daban por perdidas desde 1998.
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Una caja de clips con el logo de las Olimpiadas de Barcelona 92.
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Un borrador del eslogan de la campaña electoral de 1996 («Gobernar para la mayoría», ¡qué tiempos!).
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El tupper de un antiguo gerente que, al parecer, contenía lentejas.
Sin embargo, la carpeta específica que ustedes solicitan, esa del «Caso Cerdán», parece haber sido víctima de un misterioso y caprichoso fenómeno de traspapelación cósmica. Es muy curioso. Nos informa nuestro equipo que dicha carpeta se guardaba en el mismo archivador que nuestra credibilidad, la cual, como comprenderán, también está actualmente en paradero desconocido.
Pero no desesperen. Continuamos la búsqueda con la misma fe y esperanza que la de encontrar un unicornio en la cafetería del Congreso o un debate parlamentario sin insultos. Somos los primeros interesados en que todo se aclare.
Les mantendremos informados de cualquier avance.
Atentamente,
Un Partido que Colabora (a su ritmo).
Y esta, amigos, es la gloriosa danza de la política y la justicia en nuestro país. Es el «el perro se comió mis deberes» elevado a la categoría de estrategia de defensa jurídica. No es que no quieran entregar los papeles. Es que, pobrecitos, no los encuentran. ¡Qué mala suerte!
Mientras tanto, el tiempo pasa. Los plazos se estiran. La opinión pública se olvida. Y para cuando, milagrosamente, aparezca una fotocopia arrugada de un documento secundario, el caso ya habrá perdido todo su fuelle mediático.
Es un juego perverso, pero eficaz. Y lo más triste no es que lo jueguen. Lo más triste es que ya ni se molestan en disimular. Saben que nos conocemos el truco. Pero les da igual. Porque saben que, al final, la justicia, como la burocracia, tiene un ritmo. Un ritmo geológico. Y en esa carrera, la tortuga de la investigación rara vez consigue alcanzar a la liebre del olvido.