Filtramos el Anuncio que ha Puesto el Presidente en Wallapop tras la Última Avería del Falcon.

Caricatura de Pedro Sánchez haciendo autostop tras una avería en el avión Falcon, como sátira del incidente.

Desde la consulta del Absurdólogo de Guardia, hoy tenemos que hablar de justicia poética. De esos raros y maravillosos momentos en los que el universo, con un sentido del humor negrísimo, decide poner las cosas en su sitio. El Falcon, ese avión que se ha convertido en el meme recurrente de una legislatura, el símbolo del poder y el supuesto privilegio, la aeronave que, según la oposición, se usa hasta para ir a por el pan… se ha roto.

Una avería «menor», dicen. Pero lo suficientemente importante como para obligar al Presidente del Gobierno a darse la vuelta en pleno vuelo a París y regresar a Madrid con el rabo entre las piernas. Es la metáfora perfecta. El pájaro de acero, el icono del poder presidencial, ha resultado ser tan fiable como un coche de segunda mano comprado a un tipo con un diente de oro.

La noticia en sí es casi una anécdota. Pero la imagen, la pura imagen de Pedro Sánchez atrapado en su propio lujo defectuoso, es una obra de arte. Y nos ha inspirado para imaginar el siguiente y lógico paso. ¿Qué haces cuando tu vehículo de empresa te deja tirado? Lo pones en Wallapop.

TÍTULO DEL ANUNCIO:
SE VENDE – Falcon 900 Presidencial (URGE)

PRECIO:
A negociar (o se cambia por coche oficial que arranque a la primera).

DESCRIPCIÓN:
Se vende (o malvende) magnífica aeronave de Estado, modelo Dassault Falcon 900. Ideal para presidentes de gobierno, líderes de la oposición con aspiraciones o, simplemente, para gente que disfrute de la emoción de no saber si llegará a su destino.

Características principales:

  • Interior de lujo: Tapicería de cuero, acabados en madera noble, despachito para firmar decretos urgentes y un minibar que ha visto más cumbres internacionales que Henry Kissinger.

  • Pocos kilómetros: La mayoría en trayectos cortos, demostrable (consultar hemeroteca para ver la lista de festivales de música y bodas a las que ha asistido).

  • Color: Blanco institucional con la bandera de España. Un clásico que nunca pasa de moda.

  • Siempre en garaje: Concretamente, en el hangar de la Base Aérea de Torrejón.

Estado del vehículo:
Aquí vamos a ser sinceros. El avión está impecable por fuera. Brilla. Da una imagen de poderío y solvencia que es una maravilla. PERO, y es un «pero» del tamaño de un Eurofighter, tiene un pequeño detalle a reparar en el sistema de aviónica.

No es nada importante, de verdad. Simplemente, a veces, cuando estás a 10.000 metros de altura sobre los Pirineos, se enciende un chivato rojo y el avión decide que prefiere volver a Madrid a tomarse un café. Es un avión con carácter. Un poco nostálgico. Le cuesta salir de casa.

Motivo de la venta:
Lo vendo porque me ha dejado tirado en el peor momento posible y me ha provocado una crisis de imagen y un torrente de memes en Twitter que ríete tú de la DANA. Me he cansado de él. Necesito algo más fiable. Un Dacia Sandero, por ejemplo.

Observaciones importantes:

  • ITV (Inspección Técnica de Vuelo): Al día. O eso me dijeron.

  • Consumo: Consume bastante. Querosén y credibilidad política, principalmente.

  • Ideal para: Jefes de Estado, líderes de la oposición (para que luego no puedan criticar), dictadores de repúblicas bananeras o nuevos ricos que quieran impresionar a sus vecinos.

ABSTENERSE CURIOSOS, LÍDERES DE LA OPOSICIÓN CON GANAS DE HACER CHISTES Y, EN GENERAL, CUALQUIERA QUE PREGUNTE DEMASIADO.

Mejor ver. Contactar por la tarde, que por la mañana tengo Consejo de Ministros.

Y esta, amigos, es la gloriosa realidad. El Falcon no es solo un avión. Es un símbolo. Para el Gobierno, es el símbolo de la acción y la presencia internacional. Para la oposición, es el símbolo del derroche y el abuso de poder. Y ahora, para el resto de nosotros, es el símbolo de que, al final, hasta el lujo más insultante puede tener una avería.

Es una dosis de karma maravillosa. Una lección de humildad servida en forma de fallo hidráulico. Y nos deja una estampa inolvidable: la del hombre que puede mover los hilos de un país entero, pero que no puede evitar que a su avión le dé un achaque, como al Seat Ibiza de tu cuñado.

En el fondo, esta avería nos humaniza a todos. Nos recuerda que, por muy alto que vueles, al final dependes de que un tornillo esté bien apretado. Y que, a veces, la forma más rápida de bajar de la nube no es un aterrizaje, sino una buena hostia de realidad.

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