Desde la consulta del Absurdólogo de Guardia, hoy tenemos el inmenso placer de cubrir el evento social más exclusivo de la temporada. Olviden la Semana de la Moda de París, olviden la gala del MET. Damas y caballeros, bienvenidos a la Madrid Education Fashion Week, el desfile donde se presentan las nuevas y deslumbrantes colecciones que marcarán tendencia en las aulas durante el curso 2025-2026.
La expectación es máxima. Las grandes firmas —Santillana, Anaya, SM— presentan sus propuestas más atrevidas. Y los precios, amigos, los precios son de alta costura.
LA CRÓNICA DEL DESFILE
La pasarela se ilumina. Suena una música minimalista y angustiosa. Y aparece el primer modelo: el libro de Matemáticas Aplicadas a las Ciencias Sociales II. ¡Qué pieza! ¡Qué diseño! Este año, la editorial ha apostado por un lomo de tapa dura con un acabado en «angustia financiera» que es pura vanguardia. El papel es de un gramaje exquisito, perfecto para absorber las lágrimas de los padres al pasar por caja. Su precio: 75€. Un capricho al alcance de pocos.
Le sigue el conjunto de Lengua y Literatura, una propuesta clásica pero renovada. El análisis sintáctico viene ahora en una tipografía tan enrevesada que parece diseñada por un monje copista con dislexia. Una oda a la dificultad que, según los diseñadores, «fomenta el pensamiento crítico (y la miopía)».
Pero la verdadera estrella de la colección, el must-have de la temporada, es la calculadora científica Casio FX-991SPX II Iberia. ¡Qué elegancia! ¡Qué líneas! Ha dejado de ser un simple instrumento para convertirse en un objeto de deseo, una joya tecnológica cuyo precio ya compite directamente con el del marisco en Navidad. Una propuesta atrevida que solo los más pudientes podrán permitirse.
Y así, uno tras otro, desfilan los uniformes con su tejido «anti-manchas (pero no anti-roturas)», las mochilas con ruedas que parecen maletas de cabina y las cajas de Plastidecor de 24 colores, ahora presentadas en un estuche que parece el de un set de maquillaje de lujo.
EL ANÁLISIS DE LA REALIDAD (O LA RESACA DEL DESFILE)
Y ahora, salgamos de la fantasía de la pasarela y aterricemos en el mundo real. La OCU y FACUA, esas dos aguafiestas que se dedican a traducir los sueños de los diseñadores a la cruda realidad del euro, han publicado sus informes. Y las cifras son para echarse a temblar.
La «colección» de la vuelta al cole de este año es un 15% más cara que la del año pasado. El gasto medio por hijo ya supera, por primera vez en la historia, los 1.000 euros. Mil. Euros. Por. Niño. Una cifra que, casualmente, está por encima del Salario Mínimo Interprofesional.
¡Es una obra de arte del capitalismo! Hemos conseguido que el acto de mandar a tu hijo al colegio, un derecho fundamental recogido en esa novela de ficción llamada Constitución, cueste más que el sueldo con el que se supone que tienes que pagarlo.
La educación, amigos, se ha convertido oficialmente en el nuevo sector del lujo. Antes, los artículos de lujo eran los yates, los relojes suizos, los bolsos de marca. Ahora, el símbolo de estatus definitivo es poder comprar todos los libros de la lista sin tener que financiar la flauta dulce a tres meses sin intereses.
Es la humillación silenciosa de millones de familias. La de tener que mirar a tu hijo a los ojos y explicarle que este año no puede tener el estuche de tres pisos porque, si lo compras, no llegáis para pagar la factura de la luz. Es la elección entre la geometría y la cena.
Y mientras, el Gobierno, desde su Olimpo macroeconómico, nos sigue hablando de la «moderación del IPC». Nos presentan sus gráficos con flechitas que bajan, ignorando que la inflación real no está en el Excel, está en la Papelería de Paco. Está en el precio de una caja de rotuladores que ahora viene con alarma antirrobo.
La «vuelta al cole» ha dejado de ser una rutina de septiembre para convertirse en nuestra particular cuesta de enero. Un agujero negro financiero que devora los ahorros del verano y nos deja temblando de cara al otoño.
Así que, cuando vean a los niños entrar en el colegio con sus mochilas nuevas y sus libros relucientes, no piensen solo en la ilusión del primer día. Piensen en el sacrificio, en la ingeniería financiera, en el milagro que han tenido que obrar sus padres para que ese pequeño milagro educativo sea posible. Porque en la España de 2025, mandar a tu hijo a aprender ya no es solo un deber. Es un acto de heroísmo económico.