Contemplen el monumento al valiente. El altar al autónomo caído.
Este escaparate no solo muestra un local vacío; es el museo donde se exhibe el verdadero sueño del emprendedor en este país: una pesadilla de facturas impagadas, licencias de apertura que tardaron más en llegar que el propio negocio en quebrar, y una lucha constante contra un [coste de la vida] asfixiante.
Que su sacrificio nos recuerde que, según confirman informes de asociaciones como la [Federación Nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos (ATA)], la tasa de mortalidad de las nuevas empresas es brutal. Y que en este país, a veces, el mayor riesgo no es fracasar con tu sueño del emprendedor. Es, simplemente, haberlo intentado.