Bando Municipal: Queda Prohibido el Reggaetón en las Fiestas de Villarriba del Condado (y el Contoneo Pélvico Excesivo).

Caricatura de un alcalde prohibiendo el reggaetón en las fiestas mientras los jóvenes protestan, como sátira de la guerra generacional.

Desde la consulta del Absurdólogo de Guardia, hemos interceptado un documento de un valor antropológico incalculable. Es un bando municipal. Un edicto de esos que se cuelgan en el tablón de anuncios del ayuntamiento, entre la esquela de la tía Enriqueta y el anuncio de un tractor de segunda mano. Pero este bando no anuncia un corte de agua. Anuncia una cruzada. Una guerra santa. La guerra contra el perreo.


BANDO OFICIAL DEL ILUSTRÍSIMO AYUNTAMIENTO DE VILLARRIBA DEL CONDADO (CIUDAD REAL)

A todos mis vecinos, vecinas y demás gente de bien, HAGO SABER:

Que vistas las preocupantes tendencias musicales observadas en las verbenas de los últimos años, y en mi calidad de Alcalde y guardián de la moral y las buenas costumbres de este nuestro noble pueblo, he decidido tomar cartas en el asunto.

Se acabó el libertinaje sonoro. Se acabó el imperio del ritmo chabacano. Se acabó el monopolio de las letras que parecen escritas por un poeta con un golpe de calor y un diccionario de sinónimos de «gasolina».

POR EL PRESENTE EDICTO, Y CON EFECTO INMEDIATO, QUEDA TERMINANTEMENTE PROHIBIDA la reproducción de música Reggaetón, Trap y otros géneros de dudosa reputación en todos los recintos festivos de titularidad municipal durante las próximas fiestas patronales en honor a San Eustaquio el Austero.

¿Y por qué tomo esta drástica pero necesaria medida?, se preguntarán ustedes.

  • POR ATENTAR CONTRA LA DIGNIDAD: Porque nuestras mozas y mozos merecen bailar canciones que hablen de amor, de la luna y de los ojos negros de una morena, no de si «le doy a la tabla» o de si «esta noche te vacuno». ¡Un poco de decoro!
  • POR SALUD PÚBLICA: Porque el contoneo pélvico explícito y repetitivo, conocido vulgarmente como «perreo», puede causar lesiones lumbares a nuestros mayores, que intentan imitarlo presas de la confusión y el orujo.
  • POR RESPETO A NUESTRAS TRADICIONES: Porque este pueblo se ha construido sobre los sólidos cimientos del pasodoble, la jota y, si me apuran, la rumba de Los Chichos. No vamos a permitir que un ritmo importado del Caribe, que suena todo igual, arrase con nuestro patrimonio cultural. ¡Volveremos al pasodoble! ¡Un baile decente, donde hay una distancia de seguridad entre los danzantes y cuyas letras, como mucho, hablan de la belleza de una mujer española, no de su nivel de octanaje!

En consecuencia, la orquesta municipal «Los Titanes del Acordeón» ha recibido instrucciones claras. El repertorio de este año incluirá grandes éxitos de Manolo Escobar, Raphael y alguna de Camilo Sesto para los más modernos.

Cualquier individuo o peña que sea sorprendido reproduciendo la música prohibida en un altavoz portátil será sancionado con una multa y, lo que es peor, con la mirada de desaprobación de todas las señoras del pueblo sentadas al fresco.

Confiando en vuestra comprensión y en vuestro buen gusto musical, se despide atentamente,

Vuestro Alcalde.

¡VIVA SAN EUSTAQUIO Y VIVA EL PASODOBLE!


El Bisturí del Absurdólogo: La Batalla Final

Detrás de este bando, que parece sacado de una película de Berlanga, se libra la batalla cultural definitiva: la España de la verbena contra la España del perreo. Es la guerra generacional llevada a su máxima expresión, la trinchera abierta entre los que crecieron con «Mi Carro» y los que han crecido con «Saoko, papi, Saoko».

Esto no es una simple anécdota de la España profunda. Es una metáfora perfecta. Es el choque entre dos mundos que ya no se entienden. Por un lado, una generación que ve en el reggaetón en las fiestas la encarnación del mal: letras denigrantes, bailes indecentes, el fin de la civilización. Por otro, una generación que ve en esa misma música su forma de divertirse, de ligar, de ser joven, y que contempla el pasodoble con la misma fascinación con la que miraría a un dinosaurio.

Y en medio, un alcalde valiente, un Don Quijote de La Mancha luchando contra los molinos de viento del dembow. Un hombre que ha decidido que, en su pueblo, la revolución no será perreada.

La pregunta es: ¿quién ganará? ¿La fuerza de la costumbre o el poder de un buen bajo que te haga vibrar hasta las entrañas? Me temo que la respuesta la encontraremos en el único lugar donde estas batallas se deciden de verdad: en los coches de los jóvenes, aparcados en el descampado de al lado de la verbena, con los altavoces a todo volumen, montando su propia fiesta. Porque, como la historia nos ha enseñado, no hay nada más atractivo para un joven que algo que sus mayores le han prohibido.

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