El COI Explica por qué Israel Puede Competir (y Rusia no): Manual Práctico de Hipocresía Olímpica.

Caricatura del COI sobre Israel en las competiciones, mostrando una balanza de la justicia trucada, como sátira de la doble vara de medir.

Buenas tardes, feligreses del absurdo. Hay días en que la realidad nos regala una pieza tan perfecta de cinismo, tan pulida en su desvergüenza, que uno solo puede aplaudir. Hoy es uno de esos días. El Comité Olímpico Internacional (COI), ese faro de moralidad y pureza deportiva, ha emitido su veredicto sobre la participación de Israel en los próximos Juegos. Y la conclusión es: pueden competir.

¿El motivo? Agárrense fuerte, que vienen curvas. Porque, según los venerables ancianos de Lausana, el Comité Olímpico de Israel «no ha incumplido la Carta Olímpica».

Es una genialidad. Es una obra de arte. Es la demostración de que la hipocresía no es solo un pecado, es una disciplina olímpica en la que el COI lleva ganando el oro desde su fundación. Ante tamaña lección de funambulismo ético, desde esta consulta hemos decidido desglosar los principios que rigen esta nueva y emocionante doctrina. Les presentamos, en exclusiva, el «Manual de Indignación Selectiva del COI».

Principio nº1: La Geopolítica es tu Amiga (si es la Correcta)

La primera regla de la indignación olímpica es que tu brújula moral debe estar perfectamente alineada con el Departamento de Estado de EE.UU. y con las capitales europeas. Es muy sencillo.

  • Caso A: Un país NO alineado con Occidente invade a su vecino (ej: Rusia).
    Acción: ¡Intolerable! ¡Un ataque a los valores universales! ¡Una violación flagrante de la Carta Olímpica! Se convoca una reunión de emergencia y, en menos de 48 horas, se expulsa a Rusia y a Bielorrusia de todas las competiciones. El deporte debe ser un ejemplo. ¡No pasarán!
  • Caso B: Un país SÍ alineado con Occidente bombardea a su vecino durante meses, provocando una crisis humanitaria sin precedentes (ej: Israel).
    Acción: Bueno, a ver. La situación es «compleja». Hay que «analizar los matices». No podemos «politizar el deporte». Se convoca una reunión para dentro de seis meses para «monitorizar la situación». La conclusión, tras un profundo análisis, es que su comité olímpico no ha hecho nada malo. Circulen.

Como ven, el COI sobre la participación de Israel en las competiciones demuestra que la moralidad es una cuestión de geografía. Lo que para un país es motivo de expulsión inmediata, para otro es un «asunto complicado» que no debe interferir con la sagrada competición deportiva.

Principio nº2: La Carta Olímpica es un Documento Mágico (y Elástico)

La Carta Olímpica es el texto sagrado del COI. Un documento tan místico y poderoso que nadie sabe exactamente qué coño pone en él. Su principal cualidad es su elasticidad. Se puede estirar para justificar una cosa y su contraria, a menudo en la misma rueda de prensa.

Según el COI, el Comité Olímpico Ruso fue sancionado porque incluyó bajo su paraguas a regiones ucranianas anexionadas. El Comité Olímpico Israelí, sin embargo, no ha hecho nada parecido. Por lo tanto, no ha violado la Carta.

Es una lógica impecable. Es como decir que no puedes condenar a un asesino en serie porque, técnicamente, él no ha firmado ningún papel que diga «he matado a esta gente». Se juzga el trámite administrativo, no el hecho de fondo. El COI sobre la participación de Israel en las competiciones se lava las manos con el agua bendita de la burocracia. Mientras el Gobierno de un país reduce a escombros el territorio vecino, el COI está mirando si el sello del comité olímpico de ese país está en regla. Es la victoria del formulario sobre la fosa común.

Para los interesados en la ficción, pueden leer la [Carta Olímpica oficial]. Es un documento fascinante que, por lo visto, no contiene ningún capítulo sobre «no bombardear a civiles».

Principio nº3: El Deporte y la Política NUNCA se Mezclan (Salvo que nos Venga Bien)

Este es el mantra, la frase que repiten como loros cada vez que les conviene: «no hay que mezclar deporte y política». Es una de las mentiras más hermosas y longevas de la historia moderna.

  • Cuando Sudáfrica aplicaba el Apartheid, se la expulsó de los Juegos. Y con razón. (El deporte se mezcló con la política).
  • Cuando Rusia invadió Ucrania, se la expulsó de los Juegos. Y con razón. (El deporte se mezcló con la política).
  • Cuando en La Vuelta a España, como ya analizamos en [nuestro artículo sobre las protestas], unos manifestantes intentaron bloquear al equipo israelí, todo el mundo se rasgó las vestiduras. (El deporte no debe mezclarse con la política).
  • Ahora, cuando Israel está siendo investigado por genocidio por la propia ONU, el COI sobre la participación de Israel en las competiciones dice que no hay que mezclar. (El deporte no debe mezclarse con la política).

La regla es clara: el deporte y la política solo se mezclan cuando el político al que ofendes es un enemigo de Occidente. Si es un amigo, entonces el deporte es un «puente para la paz», un «espacio de encuentro» y demás chorradas que suenan muy bien pero que no significan nada.

El Veredicto del Absurdólogo: Un Circo de Tres Pistas (y Cero Moral)

Lo que el COI nos ha demostrado esta semana es que ha dejado de ser un organismo deportivo para convertirse, oficialmente, en un comité de relaciones públicas al servicio de los poderosos. Su supuesta neutralidad es una farsa. Sus principios son una veleta que gira según sople el viento geopolítico.

Han convertido el espíritu olímpico en una marca comercial. Una franquicia que se vende al mejor postor, dispuesta a blanquear a quien haga falta con tal de que el espectáculo continúe y los patrocinadores sigan pagando.

Así que la próxima vez que vean la ceremonia de inauguración de unos Juegos Olímpicos, con sus palomas de la paz y su llama eterna, recuerden esta noticia. Recuerden que, detrás de toda esa parafernalia de hermandad universal, se esconde un negocio. Un negocio que tiene muy claro quiénes son sus amigos. Y, sobre todo, quiénes pagan las facturas.

El fuego olímpico, amigos, no ilumina. Calienta los bolsillos de los de siempre.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *