Recibimos en la consulta una carta escrita desde las profundidades de un sofá, con la caligrafía de quien ha alcanzado un nuevo nivel de iluminación existencial.
Estimado Absurdólogo,
Es viernes. El grupo de WhatsApp de mis amigos echa humo. El plan para este fin de semana es el siguiente: casa rural en la sierra, ruta de senderismo de 15 kilómetros el sábado por la mañana, cata de vinos por la tarde y, el domingo, visita a un pueblo medieval con encanto.
Suena maravilloso, ¿verdad? Pues a mí, la sola idea me provoca urticaria. Doctor, mi plan soñado para el fin de semana es otro. Consiste en fundirme con mi sofá hasta alcanzar un estado de simbiosis, comunicarme con el mundo exterior únicamente a través del repartidor de pizza y que mi mayor dilema sea qué serie poner después de la que estoy viendo. No quiero hablar con nadie. No quiero moverme. Solo quiero… no hacer.
¿Soy un antisocial? ¿Un ermitaño? ¿He perdido las ganas de vivir?
Atentamente,Un Héroe del Sofá.
Estimado Héroe del Sofá,
Usted no es un antisocial. Usted es un visionario. Un pionero. Un miembro de la resistencia que practica la forma de activismo más radical y necesaria de nuestro tiempo: el JOMO (Joy Of Missing Out), o en buen cristiano, la Alegría de Perderse las Cosas.
Vivimos bajo la tiranía del FOMO (Fear Of Missing Out), el miedo a perderse algo. Es una enfermedad inoculada por las redes sociales, que nos han convencido de que si no estamos teniendo un fin de semana épico, lo estamos haciendo mal. Tu Instagram tiene que ser un carrusel de puestas de sol, copas de vino, cimas de montañas y sonrisas forzadas. Hemos convertido el ocio en una segunda jornada laboral. El fin de semana ya no es para descansar, es para producir recuerdos instagrameables.
Y usted, mi querido amigo, se ha rebelado. Ha descubierto la verdad suprema: el mayor lujo del siglo XXI no es una casa rural. Es el silencio. El mayor planazo no es una ruta de senderismo. Es no tener ningún plan.
Analicemos la belleza de su «no-plan»:
- Es un Acto de Soberanía: Al elegir el sofá, usted le está haciendo una peineta a la presión social. Está declarando su independencia de la dictadura del «tenemos que hacer algo». Es su fin de semana, y usted decide invertirlo en su activo más valioso: su propia y puta paz mental.
- Es Económicamente Sostenible: ¿Sabe cuánto cuesta su plan? El precio de una pizza y la cuota de Netflix. ¿Sabe cuánto cuesta el plan de sus amigos? Gasolina, peajes, el alquiler de la casa rural, la cata de vinos… Un fin de semana de esos te deja un agujero en la cuenta que te obliga a comer arroz blanco durante una semana. Su plan es una obra maestra de la eficiencia financiera.
- Es Físicamente Reparador: Mientras sus amigos volverán el domingo por la tarde, con agujetas, una posible resaca y más cansados que cuando se fueron, usted estará pletórico. Habrá dormido, habrá descansado, su cuerpo le dará las gracias. El lunes, ellos parecerán zombis y usted, un ser humano funcional.
Diagnóstico y Tratamiento
Usted no está enfermo. Usted está curado. Ha alcanzado la iluminación que muchos buscan en retiros espirituales en la India, pero usted la ha encontrado entre los cojines de su sofá.
Diagnóstico: Padece usted un caso agudo de «cordura en un mundo hiperactivo».
Tratamiento: ¡Siga así! Pero para poder ejecutar su plan maestro sin que sus amigos le odien, necesita una buena estrategia de comunicación.
- La excusa perfecta: No diga «no me apetece». Eso es de aficionado. Sea vago y misterioso. Diga algo como: «Este fin de semana lo tengo comprometido con un proyecto personal de introspección y reajuste energético». Sonará tan profundo que no se atreverán a preguntar más.
- Ofrezca un contraataque: «No puedo este finde, pero ¿qué os parece si el martes nos tomamos unas cañas rápidas después del curro?». Así demuestra que no es un ermitaño, solo un estratega del descanso.
No se sienta culpable. Abandone la idea de que un fin de semana «aprovechado» es un fin de semana lleno de actividades. A veces, el mayor aprovechamiento es, simplemente, no hacer nada. Es el acto de rebeldía definitivo en un mundo que nos exige estar siempre «on». Apáguese. Fúndase con su sofá. Y disfrute de la maravillosa, gloriosa y revolucionaria alegría de no estar en otra parte.
Atentamente,
El Absurdólogo de Guardia.
