Buenos y cósmicos días, feligreses del absurdo. Abran bien los ojos y levanten la vista al cielo. Porque entre la maraña de noticias deprimentes sobre corrupción, guerras y facturas de la luz, se ha colado un rayo de esperanza. Un titular que nos recuerda que, a veces, la humanidad es capaz de algo más que de autodestruirse. La NASA ha anunciado fecha para el mayor espectáculo desde los años 60: en febrero de 2026, lanzará la primera misión tripulada a la Luna en más de 50 años.
¡Qué maravilla! ¡Qué emoción! Un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad… y el primer paso para la gentrificación del Mar de la Tranquilidad.
La Ilusión vs. La Realidad (que es un Negocio)
Siento ser el aguafiestas de esta celebración cósmica, pero mi trabajo es ser realista. Y la realidad es que esta nueva carrera espacial tiene muy poco que ver con la de los años 60.
- En los 60, el objetivo era la exploración. Era un acto de audacia, de curiosidad pura, de ver si éramos capaces de hacerlo. Era la ciencia y el espíritu humano en su máxima expresión, una competición ideológica contra los soviéticos para ver quién la tenía más larga (la carrera espacial).
- Hoy, el objetivo es la explotación. No volvemos a la Luna por romanticismo. Volvemos porque hemos descubierto que hay agua, minerales raros y, sobre todo, porque es el primer paso para convertir el sistema solar en un polígono industrial.
La nueva misión tripulada a la Luna de la NASA, bautizada como Artemis, no es una misión de exploradores. Es una misión de prospectores. Van a ver qué se puede sacar de allí. Van a clavar una bandera y, justo al lado, el cartel de una inmobiliaria. Porque esa es la verdadera frontera final: la especulación inmobiliaria interplanetaria.
El Futuro que nos Espera: Un Resort en el Cráter Copérnico
No hace falta ser un genio para imaginar los siguientes pasos de esta gloriosa conquista. La noticia, que ya recogen medios como [BBC Mundo], es solo el principio.
- La Fase de los Pioneros (2026-2035): Astronautas, científicos, geólogos… la gente seria. Establecerán la primera base, analizarán las rocas y nos mandarán fotos preciosas de la Tierra vista desde lejos. Será la fase bonita.
- La Fase de los Emprendedores (2035-2050): Aquí empieza el negocio. Elon Musk montará el primer concesionario de Tesla en la Luna. Jeff Bezos, el primer centro logístico de Amazon con «entregas en un día lunar». Se abrirá el primer Starbucks en el Mar de la Tranquilidad, donde un café te costará lo mismo que el PIB de un país pequeño.
- La Fase del Turismo de Masas (2050 en adelante): Y, finalmente, llegaremos nosotros. Los pringados. Se abrirán los primeros hoteles-burbuja con «vistas espectaculares». Se organizarán tours en buggy por los cráteres. Y el lugar donde Armstrong dio su «pequeño paso» se convertirá en un selfie-point atestado de turistas con palos selfie, dejando latas de Coca-Cola y bolsas de patatas fritas flotando en la baja gravedad. La misión tripulada a la Luna de la NASA habrá cumplido su objetivo final: convertir un hito de la humanidad en un parque temático.
El Bisturí del Absurdólogo: La Tragedia de Ser Humanos
¿Es una mala noticia que volvamos a la Luna? No. Es una proeza tecnológica asombrosa, un testimonio de lo que somos capaces de hacer cuando nos lo proponemos. Pero es una noticia agridulce. Porque nos recuerda que somos una especie contradictoria: increíblemente brillante para alcanzar las estrellas, y espectacularmente estúpida para cuidar el suelo que pisamos.
Tenemos problemas urgentes aquí, en la Tierra. El cambio climático, la pobreza, las guerras… problemas que podríamos solucionar con una fracción del presupuesto que nos vamos a gastar en poner a cuatro personas en un pedrusco sin atmósfera. Y sin embargo, elegimos mirar hacia arriba. Quizá porque es más fácil soñar con conquistar nuevos mundos que arreglar el único que tenemos.
Como ya hemos analizado en [nuestro artículo sobre la riqueza inútil del oro en el océano], somos expertos en descubrir paraísos y, a la vez, incapaces de aprovecharlos sin destrozarlos.
Así que, sí, celebremos el regreso a la Luna. Emocionémonos con el despegue. Pero no seamos ingenuos. No vamos a la Luna a buscar respuestas filosóficas. Vamos a buscar negocio. Y lo más triste es que, probablemente, lo encontremos. Y cuando lo hagamos, el silencio majestuoso de la Luna será interrumpido para siempre por el sonido más humano que existe: el de una caja registradora.
Que tengan un buen día. Y si miran la Luna esta noche, despídanse de ella. Porque la próxima vez que la veamos de cerca, es posible que tenga un anuncio de neón.