El Bisturí del Día
El Contexto: Un Elefante en una Cacharrería de Cristal
Bienvenidos a la celebración del 80º aniversario de las Naciones Unidas, ese venerable organismo creado para garantizar la paz y la cooperación mundial. Un evento solemne, lleno de discursos grandilocuentes sobre la fraternidad entre los pueblos. Y entonces, como un elefante drogado irrumpiendo en una tienda de porcelana, ha llegado Donald J. Trump. Y ha decidido que el mejor regalo de cumpleaños era una bomba fétida. Su discurso ante la Asamblea General es una pieza que se estudiará en los manuales de «cómo dinamitar 80 años de diplomacia en 15 minutos».
La Cita:
Donald J. Trump (ante la Asamblea General de la ONU): «Esta organización fue fundada con nobles objetivos, pero se ha convertido en un desastre burocrático que solo sirve para que los globalistas se sientan importantes. Y a mis amigos de Europa, les digo con todo el respeto: abran los ojos. Sus países, con sus políticas de fronteras abiertas y su energía verde de unicornios, se están yendo directamente al infierno. Se están suicidando.» (Declaración adaptada y sintetizada de sus intervenciones reales y las de su equipo, recogidas por medios como [El Mundo] y agencias internacionales).
La Traducción del Absurdólogo:
«A ver, panda de burócratas inútiles. Este chiringuito vuestro no vale para nada, salvo para gastar mi dinero. Y vosotros, europeos, sois unos pringados. Os estáis dejando invadir por gente que no es blanca y estáis poniendo molinillos de viento que no funcionan, mientras yo tengo petróleo para parar un tren. Sois débiles, sois tontos y vuestros países se van a convertir en un estercolero multicultural. Cuando eso pase, no me llaméis. O, mejor dicho, llamadme, que volveré como vuestro salvador. Pagando, claro. Make America Great Again. Y que os den.»
El Veneno: Autopsia de la Diplomacia del Lanzallamas
La intervención de Trump en la ONU sobre Europa y el infierno no es un discurso. Es un acto de vandalismo. Es la demostración de su visión del mundo: la política internacional no es un juego de ajedrez, es una pelea de bar. Y él es el que tiene el taburete más grande para romperlo en la espalda de los demás.
Analicemos las claves de esta obra de arte del populismo destructivo:
- El Desprecio al Anfitrión: Atacar a la ONU en su propia casa, en su aniversario, es una declaración de principios. Es decirle al mundo: «Vuestras reglas, vuestros foros, vuestra diplomacia… me importan un pimiento». Es una forma de presentarse ante su base electoral como el único líder anti-sistema, el único que se atreve a decir que «el rey va desnudo», aunque para ello tenga que prenderle fuego al palacio.
- El «Aviso al Aliado» (que es una Amenaza): La frase «Europa se va al infierno» no es un consejo. Es una amenaza. Es la base de su política exterior: el aislacionismo transaccional. Se traduce como: «O hacéis las cosas a mi manera (compráis mis armas, cerráis vuestras fronteras, abandonáis vuestras políticas climáticas), o cuando venga el lobo (Rusia, China, el terrorismo…), os dejaré solos». Es una forma de romper la baraja de las alianzas tradicionales y de tratar a los socios históricos, no como amigos, sino como vasallos. Como ya vimos en [nuestro artículo sobre la OTAN], la solidaridad, para él, es un concepto que no existe.
- La Simplificación Brutal (el Mundo para Dummies): Trump coge problemas inmensamente complejos (la inmigración, la transición energética) y los reduce a una caricatura. La inmigración es una «invasión». La energía verde es cosa de «unicornios». Esta simplificación es irresistible para una parte del electorado que está harta de la complejidad y de los matices. Trump no ofrece soluciones, ofrece eslóganes. Y los eslóganes, a menudo, son más potentes que los hechos.
Este discurso es la antítesis de la diplomacia. No busca construir puentes, busca dinamitarlos. No busca el consenso, busca la confrontación. Y lo más peligroso de todo es que, en un mundo cada vez más inestable, su mensaje cala.
Mientras los líderes europeos se ofenden en voz baja y redactan comunicados de «profunda preocupación», Trump, desde la ONU, les ha dicho a la cara que son unos inútiles que se van al infierno. Y una parte importante de su propio electorado, aquí en Europa, está aplaudiendo con las orejas.
Y esa, amigos, es la verdadera tragedia de esta sobremesa. Que el discurso del bárbaro, a veces, suena más convincente que el susurro civilizado de los que, se supone, deberían estar al mando.