La Furia del Casero: Trump Amenaza con Expulsar a España de la OTAN y Nuestros Políticos se Pelean por el Felpudo.

Caricatura de Trump amenazando con expulsar a España de la OTAN, como sátira de la crisis diplomática y la reacción del Gobierno.

Buenas tardes, feligreses del absurdo. Justo cuando pensábamos que la semana no podía ofrecernos emociones más fuertes, ha hablado el Oráculo. El Gran Profeta de la Naranja Mecánica. El hombre que convierte la diplomacia en un reality show. Donald J. Trump, en un mitin en Wisconsin ante un público enfervorecido, ha pronunciado la frase que ha hecho que en la Moncloa se atraganten con el menú del día: «Quizá deberíamos expulsar a España de la OTAN».

Es una obra de arte. Una frase tan simple, tan brutal y tan cargada de desprecio que resume a la perfección la nueva era de las relaciones internacionales. Para entender la magnitud de esta genialidad, debemos recurrir a una metáfora.

Bienvenidos al ‘NATO Country Club’

Imaginen que la OTAN no es una alianza militar, sino un selecto y carísimo club de campo. Una urbanización de lujo con seguridad privada, piscina y unas cuotas de comunidad desorbitadas. Estados Unidos no es un miembro más. Es el fundador, el promotor y el presidente vitalicio de la junta de propietarios. Es el dueño de la finca.

Nosotros, España, somos el inquilino del chalé 15. Durante años, hemos sido el vecino un poco moroso, el que siempre se escaqueaba de pagar la derrama para arreglar la piscina (el famoso 2% del PIB en gasto de defensa). Pero oye, últimamente nos hemos puesto las pilas. Como ya analizamos en [nuestro artículo sobre el gasto militar], por fin hemos pagado lo que debíamos. Tenemos los recibos al día. Somos, en teoría, un socio ejemplar.

Pero al propietario del club, al señor Trump, ahora mismo le importa un pimiento que hayamos pagado. Está furioso. ¿Por qué? Porque ha visto que hemos puesto una pegatina en el buzón que no le gusta. Una pegatina que apoya al vecino de la urbanización de enfrente (Palestina) y que critica a su mejor amigo del club (Israel). Nuestras decisiones de política exterior, como el reciente [embargo de armas a Israel que aprobó el Congreso], son esa pegatina.

Y el casero, en un arrebato de furia, en lugar de mandarnos una nota de la comunidad, ha cogido el megáfono y ha gritado delante de todos los vecinos: «¡O quitas la puta pegatina, o te echo de la urbanización!».

La Reacción en el Chalé 15: «Tranquilos, el Casero Ladra pero no Muerde»

La respuesta del Gobierno español, como se puede leer en [El Diario], ha sido una obra maestra de la templanza. O del pánico disimulado. Han salido a decir que «tranquilidad», que cumplimos nuestros compromisos, que somos un «socio fiable» y que las palabras de Trump son solo eso, palabras.

Es la reacción del presidente de la comunidad de vecinos que intenta calmar a los residentes después de que el dueño haya amenazado con quemarles el jardín. «No se preocupen, el señor Trump es un poco excéntrico, tiene un pronto muy particular, pero en el fondo es un buen hombre. Seguramente no hablaba en serio». Es una mezcla de negación, esperanza y una buena dosis de vaselina diplomática. Es la constatación de que, ante el matón del patio, nuestra única estrategia es agachar la cabeza y esperar a que se le pase el enfado.

El Vecino de al Lado: «¡Te lo Dije! ¡La Culpa es Tuya!»

Pero lo verdaderamente sublime, lo que eleva esta historia a la categoría de esperpento nacional, es la reacción de la oposición. El PP, el vecino del chalé 14 que odia a muerte al del 15, en lugar de salir a defender la integridad de la urbanización, ha aprovechado para echar más leña al fuego.

Su discurso, predecible como el amanecer, es: «¡Te lo dije! ¡La culpa es tuya! ¡Si no hubieras puesto esa musiquita tan rara (la política exterior), el propietario no se habría enfadado!». No critican la amenaza de Trump. Critican a Sánchez por haberla provocado. Es la lógica del maltratado que culpa a la víctima por llevar la falda demasiado corta.

En lugar de formar un frente común, de decirle al casero que se ha pasado tres pueblos, nuestros políticos se enzarzan en una pelea miserable por ver quién tiene la culpa de que el matón nos haya amenazado. Es la prueba definitiva de que en España la política interior siempre, siempre, se come a la política exterior. Nos da igual que nos echen de la OTAN. Lo que nos importa es tener un arma para atizarle al de enfrente en el debate del domingo.

Diagnóstico Final: Extras en la Película de Otro

La amenaza de Trump de expulsar a España de la OTAN es, probablemente, puro teatro. Es un mensaje para su base de votantes en Michigan, no para el Palacio de la Moncloa. Es su forma de decir: «Mirad qué fuerte soy, pongo en su sitio a estos europeos blandengues». Somos un personaje secundario en su película electoral.

Pero el hecho de que pueda hacerlo, de que se atreva a usar a un aliado histórico como un saco de boxeo para su campaña, es el verdadero síntoma de la enfermedad. Demuestra que, para él, la OTAN no es una alianza de valores, es un negocio inmobiliario. Y los inquilinos que no siguen sus normas a rajatabla son prescindibles.

Y nuestra reacción, dividida, cainita y patética, demuestra que hemos aceptado nuestro papel. El de figurantes. El de extras en un guion escrito en Mar-a-Lago. El «Trump quiere expulsar a España de la OTAN» no es el titular. El titular es que, ante la amenaza, en lugar de unirnos, nos hemos puesto a discutir por el felpudo de la entrada. Y eso, amigos, es mucho más aterrador que cualquier tuit de un magnate demente.

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