Buenas noches, feligreses del absurdo. Hoy, el Hater no viene a destrozar una simple película. Viene a destrozar un modelo de negocio. Viene a destrozar la idea de que el dinero, por sí solo, puede comprar el alma de una historia. He visto la nueva serie de fantasía de HBO/Max, La Corona de Fuego. Y puedo confirmar que la única cosa épica de esta producción es su presupuesto: 300 millones de dólares por temporada.
Permítanme ser brutalmente honesto. La Corona de Fuego no es una serie. Es una inversión inmobiliaria disfrazada de entretenimiento. Es un ejercicio de capitalismo de Propiedad Intelectual (IP) que demuestra que, cuando el dinero se convierte en la única variable, el arte se esfuma y solo queda el cascarón vacío.
El Análisis Financiero: La Paradoja de los 300 Millones
La primera pregunta en esta crítica de ‘La Corona de Fuego’ no es si la serie es buena. Es: ¿dónde coño se fueron los 300 millones?
- CGI y Efectos Especiales: El 90% del dinero, por lo visto. Hay más dragones volando por el cielo que palomas en la Plaza Mayor de Madrid. Hay batallas tan hiperproducidas que parecen una demo de PlayStation 6. El nivel de detalle en las armaduras, los castillos y las texturas de la piel de los orcos es, técnicamente, impecable. ¡Pero eso es lo que hace que la serie sea tan aburrida! Todo es tan perfecto, tan pulido, tan digital, que se vuelve estéril. Han gastado 300 millones para eliminar toda la mugre, la suciedad, el alma y la imperfección que hacen que la fantasía sea real.
- Guion y Diálogos: Aquí es donde el auditor encuentra la caja vacía. El guion de La Corona de Fuego es, sin exagerar, el eslabón más débil de la cadena evolutiva. Los diálogos son tan insulsos, tan solemnes y tan pomposos que parecen generados por una IA a la que le han dado de comer solo frases de galletas de la suerte. Los personajes pasan 20 minutos discutiendo sobre el destino del reino, y su conversación tiene menos peso dramático que una reunión de comunidad de vecinos.
La Ecuación del Desastre: 300 Millones en Efectos + Guion de Becario = Aburrimiento de Lujo.
Han comprado el universo de ficción, han comprado los dragones, han comprado los castillos. Pero se les ha olvidado comprar lo único que no se puede comprar con dinero: una buena historia.
El ‘Capitalismo de IP’: Inversión, No Creación
La crítica de ‘La Corona de Fuego’ es, en realidad, una crítica al modelo de negocio de HBO/Max y de todas las grandes plataformas. Estas series no se hacen para que las veas. Se hacen para que NO TE VAYAS.
Amazon, HBO, Disney… no están compitiendo por la calidad. Están compitiendo por la Propiedad Intelectual (IP). Están pagando cifras obscenas no por el valor de la serie en sí, sino por el valor del universo de ficción que les da derecho a producir spin-offs, videojuegos, parques temáticos, y colecciones de Funko Pops. La Corona de Fuego es, en esencia, un peón en una partida de ajedrez corporativa. Es un gasto de capital destinado a asegurar que no te vayas a la plataforma de la competencia.
El guion es pobre porque no es la prioridad. La prioridad es que los dragones se vean suficientemente realistas como para que justifiques el coste de tu suscripción. Han convertido la fantasía en un producto bancario. Han cogido el mito, la leyenda, la épica, y la han sometido al escrutinio del Excel.
Veredicto del Hater: La Sombra del Coloso
La serie no es un fracaso en la taquilla (porque no la hay), pero es un fracaso en el alma. Es un coloso de CGI que proyecta una sombra de mediocridad sobre todo el género. El público se queda mirando los efectos especiales con la misma fascinación con la que se mira un accidente de tráfico: es horrible, pero no puedes dejar de mirar.
La Corona de Fuego es la demostración de que, a veces, la serie que puedes resumir en un hilo de Wikipedia es mil veces más épica que la serie que cuesta 300 millones de dólares. Es un monumento al derroche, a la falta de ideas y a la arrogancia de una industria que cree que la epicidad se puede comprar al por mayor.
La crítica de ‘Joker: Folie à Deux’ fue la autopsia de un musical fallido. La crítica de ‘La Corona de Fuego’ es la autopsia del dinero. Y el veredicto es simple: la cartera estaba muy, muy llena, pero el guion, amigos, estaba completamente vacío.