Desde la consulta del Absurdólogo de Guardia, buenas tardes. Hoy, en nuestro viaje semanal a los rincones más delirantes del planeta, hacemos escala en ese paraíso subtropical de los jubilados, los caimanes y las decisiones políticas incomprensibles: Florida. Porque allí, el gobernador Ron DeSantis, un hombre que no le teme a nada, y menos aún al ridículo, ha firmado una ley que pasará a los anales de la historia. Ha prohibido la carne de laboratorio en Florida.
Sí, han leído bien. En un mundo acosado por problemas reales como el cambio climático, la inflación o las listas de espera quirúrgicas, el gobierno de Florida ha decidido que la mayor amenaza para la civilización occidental es un filete que todavía no se vende en ningún supermercado.
Es una medida tan valiente y tan visionaria que hemos conseguido, en exclusiva, el manifiesto que el propio gobernador leyó en la firma de la ley. Un documento que explica, con una lógica aplastante, esta nueva cruzada.
MANIFIESTO DE TALLAHASSEE POR LA LIBERACIÓN DEL FILETE
(O, por qué vuestras hamburguesas ‘woke’ no pasarán)
Pueblo de Florida, ganaderos de bien, amantes de la barbacoa,
¡Ha llegado la hora de trazar una línea roja en la parrilla! Un fantasma recorre nuestras cocinas. El fantasma del globalismo. Una élite sin rostro, reunida en despachos lejanos, pretende arrebatarnos lo más sagrado que tenemos. No, no hablo de la libertad de expresión. Hablo de algo mucho más importante: la libertad de comernos una buena hamburguesa que haya mugido previamente.
Estos burócratas de Davos, estos científicos con batas blancas y sin alma, nos quieren imponer su carne de laboratorio. Una masa informe, cultivada en una placa de Petri, una abominación impresa en 3D que ellos llaman «alimento» pero que nosotros llamamos «herejía».
¡Pero yo os digo que NO PASARÁN!
Hoy, Florida se declara «Santuario del Chuletón». Un territorio libre de filetes sintéticos. Un bastión en la defensa de nuestro modo de vida, ese que huele a carbón, a grasa y a libertad.
Me preguntan: «Gobernador, ¿por qué prohibir la carne de laboratorio en Florida? ¿No es un avance científico?». Y yo les respondo: ¿Es que no lo veis? Esto no es una cuestión de ciencia, es una cuestión de identidad. Es una batalla por el alma de nuestra nación.
- ¡Defendemos a nuestros ganaderos! Esos hombres y mujeres de manos callosas que se levantan al alba para cuidar de nuestras vacas. ¿Vamos a permitir que su noble trabajo sea sustituido por un técnico de laboratorio con gafas de pasta que cultiva células en un biorreactor? ¡Jamás! Una vaca no es un conjunto de células, es una promesa de felicidad en forma de solomillo.
- ¡Defendemos nuestra salud! ¿Qué sabemos de esta «carne» sintética? ¿Qué oscuros ingredientes contiene? ¿Qué efectos a largo plazo tendrá en nuestros cuerpos patriotas? No lo sabemos. Pero yo os digo una cosa: prefiero morir de un infarto por un exceso de colesterol auténtico y americano, que de un sarpullido provocado por un filete ‘woke’. La carne de laboratorio en Florida es un riesgo que no correremos.
- ¡Y, sobre todo, defendemos la integridad de la hamburguesa! La hamburguesa no es solo comida. Es un símbolo. Es la recompensa tras un duro día de trabajo. Es el centro de la reunión familiar del domingo. ¿Vamos a permitir que ese símbolo sea profanado por una masa de proteínas cultivadas artificialmente? ¿Vamos a dejar que nos den gato por liebre, o, en este caso, célula por chuleta?
Sé lo que dirán los cínicos. Dirán que estamos luchando contra un enemigo que ni siquiera existe, que la carne de laboratorio en Florida aún no es una realidad comercial. ¡Son los mismos que decían que el comunismo no era una amenaza! Hay que cortar el mal de raíz, antes de que germine en nuestras neveras.
Por todo ello, con el poder que me confiere el pueblo de este gran estado, declaro la carne de laboratorio persona non grata en el estado de Florida.
Que otros se coman sus filetes de soja, su tofu y sus abominaciones celulares. Aquí, en Florida, seguiremos comiendo carne. Carne de verdad. Carne que haya tenido una madre. Carne que nos recuerde que la libertad, amigos, a veces, sabe a barbacoa.
¡Que Dios bendiga a Florida y que Dios bendiga nuestras parrillas!
El Bisturí del Absurdólogo: La Guerra Cultural en tu Plato
Detrás de este manifiesto de opereta, se esconde una estrategia política brillante y profundamente cínica. La prohibición de la carne de laboratorio en Florida no tiene nada que ver con la salud ni con la economía. Tiene todo que ver con la guerra cultural.
Es una jugada maestra del populismo:
- Creas un Enemigo Falso: Coges algo nuevo, desconocido y que suena a «ciencia rara» (carne de laboratorio) y lo conviertes en una amenaza existencial para el «modo de vida tradicional».
- Te Eriges en el Salvador: Te presentas como el único líder valiente que se atreve a plantarle cara a esa amenaza, defendiendo a la gente «de verdad» (los ganaderos) contra las «élites globalistas» (los científicos).
- Ganas Votos: Consigues el apoyo incondicional del sector al que dices proteger y te ganas un titular a nivel nacional, todo ello sin tener que solucionar ni un solo problema real. La noticia, como confirman medios como [El Mundo], ha tenido una repercusión enorme.
Es la politización de la nevera. Una batalla ideológica que se libra, no en el parlamento, sino en el lineal del supermercado. Y en esta guerra, como en todas, la primera víctima es la verdad. Y la segunda, el sentido común. Porque, al final, lo único que ha conseguido DeSantis es prohibir un futuro que aún no ha llegado, simplemente porque le tiene pánico. Y eso, amigos, no es ser un líder. Es ser un ludita con ínfulas de estadista.