Buenas tardes, feligreses del absurdo. Hoy, en la mesa de autopsias, tenemos un espécimen fascinante. Una pieza legislativa recién salida del horno del Congreso de los Diputados, envuelta en papel de celofán de «valentía» y «coherencia». Hoy, con la solemnidad que merece la ocasión, vamos a diseccionar el embargo de armas a Israel aprobado por el Gobierno de España.
A primera vista, el cuerpo parece robusto. El titular es potente: «España se planta y prohíbe la venta de armas a Israel». Suena a un acto de soberanía, a una decisión que nos coloca «en el lado correcto de la historia». Pero, como siempre, el trabajo del forense es mirar más allá de la piel. Es coger el bisturí y ver qué hay dentro. Y lo que hay dentro, amigos, es humo.
El Diagnóstico: ¿Qué es Exactamente este Embargo de Armas a Israel?
La medida, aprobada ayer con la épica de un desembarco de Normandía, prohíbe la exportación de material de defensa a Israel. El Gobierno, con el pecho henchido, lo ha vendido como un paso «pionero en Europa», una demostración de nuestro «compromiso con los derechos humanos». Un gesto que, según ellos, «no podíamos no hacer».
La oposición, por su parte, ha gritado ¡traición!, ¡antisemitismo!, ¡abandono de un socio estratégico! Y así, la rueda de la polarización ha girado una vez más, como estaba previsto en el guion.
Pero, ¿qué hemos prohibido exactamente? ¿Qué terrible golpe le hemos asestado a la maquinaria de guerra israelí? Aquí es donde la autopsia se pone interesante.
La Autopsia: Buscando el Impacto Real (y no Encontrándolo)
Para entender la magnitud de este «valiente» gesto, hay que mirar las cifras. Y las cifras, como bien apunta la letra pequeña de la prensa económica y análisis como el de [El Independiente], son un chiste. La exportación de material de defensa español a Israel en los últimos años ha sido… testimonial. Irrisoria. Casi inexistente.
Hablamos de cifras que, en el contexto de un presupuesto de defensa, son calderilla. No estamos vendiendo cazas, ni tanques, ni misiles. El grueso de nuestras «exportaciones» son componentes de doble uso, repuestos y, probablemente, tornillos para la cantimplora de algún soldado. En 2023, la cifra no llegó ni a los 10 millones de euros. Para que se hagan una idea, eso es lo que cuesta construir una rotonda fea en un pueblo de Castilla-La Mancha. El presupuesto de defensa de Israel supera los 20.000 millones de dólares.
Por tanto, nuestro embargo de armas a Israel es el equivalente a que un vegano le declare un boicot a la industria del chuletón. Es un gesto moralmente impecable y, a la vez, absolutamente irrelevante para la industria en cuestión. Es como si yo, desde mi casa, le declaro un embargo de misiles a Estados Unidos. Les va a preocupar lo mismo.
Esto no es una medida de presión. Es homeopatía diplomática. Es coger un principio activo (la idea de un embargo), diluirlo en un océano de irrelevancia (nuestras nulas exportaciones) y agitarlo mucho, esperando que el gesto, por sí solo, cure la enfermedad. Pero no la cura. Solo nos hace sentir mejor con nosotros mismos.
El «Timing»: ¿Por Qué Ahora?
Y luego está el «cuándo». Este gesto «pionero» llega después de meses, o años, de conflicto. Después de que otros países hayan tomado medidas mucho más contundentes. Es una decisión «a destiempo», como la califica la oposición.
Y tienen razón, pero no por los motivos que ellos creen. No es a destiempo porque sea tarde para la guerra. Es a destiempo porque llega justo en el momento perfecto para la política interna. Llega cuando el Gobierno necesita un gesto para contentar a su ala más a la izquierda. Llega cuando necesita diferenciarse de la postura más tibia de otros países europeos. Y llega, sobre todo, cuando necesita un titular que no hable de los problemas de casa.
Este embargo de armas a Israel no es una herramienta de política exterior. Es una pastilla para la migraña de la política interior. Un analgésico para la coalición.
El Verdadero Objetivo: La Guerra del Relato
Si el impacto económico y militar es nulo, y el momento es puramente oportunista, ¿para qué sirve entonces este embargo? Sirve para ganar una guerra. No la de Gaza, por supuesto. La guerra del relato.
- Para el Gobierno: Sirve para presentarse como un líder moral, un faro de los derechos humanos en una Europa cobarde. Es una victoria para su base de votantes. Es un tuit perfecto.
- Para la Oposición: Sirve para acusar al Gobierno de radical, de antisionista y de poner en peligro nuestras alianzas internacionales. Es munición perfecta para sus mítines.
Al final, como ya vimos en la tragicomedia de la [Flotilla de la Libertad], el conflicto de Oriente Próximo se convierte, una vez más, en el tablero de juego de nuestras miserias políticas internas. El embargo de armas a Israel es una pieza más en esa partida. Una pieza que no moverá ni un milímetro la realidad en Gaza, pero que aquí, en casa, nos permite seguir tirándonos los trastos a la cabeza, que es lo que de verdad nos gusta.
Diagnóstico Final: El decreto ley 10/2025 es un placebo legislativo. Una medida diseñada no para tener efectos en el paciente (la situación en Gaza), sino en el médico (el propio Gobierno). Es un monumento al gesto vacío, a la política del titular, a la peligrosa creencia de que se puede cambiar el mundo con leyes que no afectan a nada.
Y mientras el Congreso aplaude su propia audacia, en Tel Aviv, probablemente, ni se han enterado. Y si se han enterado, se estarán riendo. Y con razón.