El Bisturí del Día
El Contexto: El Doctor Trump Pasa Consulta
Bienvenidos a la consulta del Doctor Trump, el único médico del mundo que se sacó el título en la Universidad de sus Propios Cojones. En su incansable cruzada por demostrar que la ciencia es una opinión y que la Tierra es, probablemente, plana y con su nombre escrito en letras de oro, el expresidente de los Estados Unidos nos ha regalado esta semana una nueva perla de sabiduría médica. En un mitin, ante miles de fieles, ha conectado dos puntos que nadie, absolutamente nadie, había conectado antes.
La Cita:
Donald J. Trump: «Nadie sabe por qué, pero de repente tenemos esta tremenda epidemia de autismo. Y muchos estudios lo están diciendo, yo lo digo desde hace mucho tiempo: tiene que ver con lo que le damos a nuestros hijos. El paracetamol que toman las mujeres durante el embarazo…» (Declaración adaptada de sus intervenciones reales en campaña, recogidas por medios como [The Guardian] y [Rolling Stone]).
La Traducción del Absurdólogo:
«A ver, que no tengo ni puta idea de medicina, pero he visto un meme en un grupo de Facebook de mi cuñado y he conectado los puntos. Hay más autismo, sí. Y la gente toma paracetamol, también. ¡Blanco y en botella! ¡Es una conspiración de las grandes farmacéuticas para venderos pastillas y, a la vez, hacer que vuestros hijos sean raros! Yo, que soy muy listo, ya lo sabía. Votadme, que os curaré a todos con lejía y luz solar, como la última vez.»
El Veneno: Autopsia de una Mentira Peligrosa
La afirmación de Trump sobre el paracetamol y el autismo no es una simple anécdota, no es una «boutade» de un viejo excéntrico. Es una estrategia. Es una táctica de una perversión exquisita, diseñada para calar en un mundo asustado y confuso. Analicemos el veneno.
- La Creación de un Enemigo Invisible: Es el manual del populista, capítulo uno. Coge una preocupación real de la gente (el aumento de los diagnósticos de autismo) y, en lugar de abordarla con la complejidad que requiere, le buscas un culpable simple, tangible y malvado. En este caso, una pastilla. El paracetamol. Es perfecto. Es algo que todo el mundo tiene en casa. Te hace sentir que el enemigo no es un complejo entramado genético y ambiental, sino algo que puedes controlar, que puedes evitar.
- El Manto de la «Sabiduría Popular»: Fíjense en la frase «yo lo digo desde hace mucho tiempo». Trump no se presenta como un científico, se presenta como un profeta. Un hombre con «instinto», con «sentido común», que ve las «verdades» que los estirados de la ciencia, con sus «estudios» y sus «datos», no quieren ver. Apela a la desconfianza en las élites, a esa idea tan extendida de que «nos ocultan algo».
- La Irresponsabilidad como Medalla: Lo más brutal es que él sabe que es mentira. O, peor aún, le da igual. Sabe que la comunidad científica, desde la [Asociación Americana de Pediatría] hasta la última consulta de barrio, se va a rasgar las vestiduras. Sabe que van a salir cientos de estudios desmintiéndolo. Pero le da igual. Porque su mensaje no va dirigido a la gente que cree en la ciencia. Va dirigido a la gente que ya desconfía de ella. Y cada vez que un científico le llama «ignorante», él se lo vende a su público como la prueba de que está «atacando al sistema».
El vínculo entre el Trump, el paracetamol y el autismo es la última mutación del virus antivacunas. Es la misma lógica, aplicada a otro campo. Es la semilla de la duda, la erosión de la confianza en la medicina, el susurro en el oído de una madre embarazada que, a partir de ahora, cuando tenga fiebre, quizá dude en tomarse una pastilla segura por miedo a una patraña que ha oído en un mitin.
Y ese es el verdadero veneno. Esto no es una simple fake new. Es un ataque a la salud pública. Es una frivolidad que puede tener consecuencias trágicas.
Así que, mientras la ciencia y los médicos del mundo real se llevan las manos a la cabeza, intentando apagar este nuevo fuego con la manguera de los datos y la evidencia, el pirómano sonríe. Ha conseguido lo que quería: atención, un nuevo enemigo al que culpar y, sobre todo, ha vuelto a demostrar que, en la Era de la Incoherencia, una mentira bien contada es mucho más poderosa que la más aburrida de las verdades.
Disfruten de la sobremesa. Y si les duele la cabeza después de leer esto, tómense un paracetamol. De momento, sigue siendo seguro. Y legal.