El Glosario del Absurdo: POLARIZACIÓN.

Caricatura sobre la polarización en España, mostrando una familia dividida en dos bandos irreconciliables (rojo y azul).

Bienvenidos al laboratorio de la neolengua, la sección donde diseccionamos las palabras que los poderosos usan para moldear nuestra realidad. Hoy, en el Glosario del Absurdo, vamos a definir el término que se ha convertido en el sistema operativo de nuestra sociedad: POLARIZACIÓN.

Definición de la Real Academia (la Aburrida):

Del lat. polaris ‘polar’ e -izar, y -ción. f. Física. Proceso por el cual en un conjunto se establecen características o propiedades distintas en partes o zonas opuestas.

Una definición precisa, científica y completamente inútil para entender lo que de verdad significa esta palabra en la España de 2025.

Definición del Absurdólogo (la que de Verdad Importa):

POLARIZACIÓN (f.): Estado natural de la conversación en España. Es el sistema operativo mental que reduce la infinita complejidad del universo a una simple elección binaria: o estás conmigo, o eres mi enemigo mortal. Es la idea, científicamente probada en las tertulias matutinas, de que solo hay dos opiniones posibles sobre cualquier tema: la tuya (la correcta, la de la gente de bien, la que emana de la luz y la razón) y la de tu oponente (la de un monstruo sin alma, un traidor a la patria, un ignorante malicioso que quiere destruir el país y, probablemente, patea cachorritos en su tiempo libre).

La polarización es, ante todo, un mecanismo de ahorro de energía. Su principal utilidad es evitar el agotador, tedioso y a menudo doloroso ejercicio de tener que pensar.

¿Por qué malgastar preciosas calorías neuronales en analizar matices, en escuchar al otro, en dudar de tus propias certezas, cuando puedes, simplemente, mirar la etiqueta ideológica de quien habla y decidir si lo que dice es una genialidad o una sarta de gilipolleces? Es la victoria del prejuicio sobre el juicio. Es la pereza intelectual elevada a la categoría de virtud cívica.

¿Cómo funciona la Polarización en la práctica? Un Manual de Uso:

  1. Elige tu Bando: Lo primero es lo primero. ¿Eres del equipo rojo o del equipo azul? No hay más opciones. El centro es un mito, una leyenda urbana para tibios y gente sin convicciones. Una vez elegido tu equipo, tu visión del mundo se simplifica maravillosamente. Por ejemplo, si un juez investiga a un político, ya no necesitas leer el auto. Solo necesitas saber de qué partido es el político y de qué pie cojea el juez para formarte una opinión sólida e inamovible. Como ya vimos en [nuestro artículo sobre la fianza a Feijóo], la justicia se convierte en un partido de fútbol.
  2. Identifica al Enemigo: Todo lo que diga, haga o piense el bando contrario está, por definición, mal. No hay excepciones. Si el equipo rojo dice que el cielo es azul, el equipo azul está moralmente obligado a argumentar que es de un tono «celeste opresor» o, directamente, verde. El objetivo no es debatir, es aniquilar.
  3. Abraza el Argumentario: No te preocupes por tener ideas propias. Tu equipo te proporcionará un argumentario diario con las verdades oficiales que debes defender. Frases como «lawfare», «gobierno ilegítimo», «máquina del fango» o «chiringuito» son tus nuevas armas. Repítelas en Twitter, en la cena de Navidad, en la cola del pan. No importa si no sabes exactamente qué significan. Suenan contundentes.
  4. Huye de los Matices como de la Peste: El matiz es el enemigo de la polarización. Es la kriptonita del hooligan. Si en una conversación alguien dice «bueno, en eso tienen un poco de razón…», ¡ALERTA! Estás ante un equidistante, un ser peligroso que amenaza con introducir la lógica en una discusión perfectamente visceral. Expúlsalo de tu vida.

¿Y quién se beneficia de todo esto?

La polarización es el negocio perfecto. Es un chollo para los políticos, que consiguen movilizar a sus bases con la misma facilidad con la que se azuza a un perro. Es fantástica para los medios de comunicación, que viven del conflicto y del clic fácil. Y es maravillosa para los tertulianos, que pueden pasarse una década entera cobrando un sueldazo por repetir las mismas cuatro ideas sin que nadie les pida un solo dato.

El único que pierde, como siempre, eres tú. Pierdes la capacidad de tener un debate racional. Pierdes la posibilidad de llegar a acuerdos para solucionar problemas reales (como ya vimos en [nuestro análisis del bloqueo del CGPJ]). Y, lo más importante, pierdes la capacidad de pensar por ti mismo.

Así que la próxima vez que te encuentres en una discusión y sientas esa ira santa, esa certeza absoluta de que posees la verdad y tu interlocutor es un enviado de Satanás, detente un segundo. Respira. Y pregúntate: ¿Estoy pensando yo, o está pensando por mí el argumentario de mi equipo?

La respuesta, me temo, es la verdadera esencia de la polarización.

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