Buenas tardes, feligreses del absurdo. Hoy, en nuestro reportaje de investigación dominical, vamos a levantar la alfombra de la modernidad. Vamos a analizar el programa estrella del Gobierno, la joya de la corona de los fondos europeos, la gran promesa que iba a catapultar a nuestras pymes al siglo XXI. Hoy, amigos, hacemos la autopsia del Kit Digital. Y lo que ha encontrado el Tribunal de Cuentas debajo no es un cadáver, es una fosa común de dinero público.
El Sueño: Digitalizar a Paco el Fontanero
La idea, sobre el papel, era preciosa. Conmovedora, incluso. Inyectar miles de millones de euros de nuestros amigos de Bruselas para que los pequeños negocios —la mercería de Loli, el taller de Manolo, la fontanería de Paco— pudieran tener su propia página web, su tienda online, su «presencia digital». Se acabó el atraso. Se acabó el depender del cartel de «Abierto» en la puerta. Íbamos a convertir a nuestros autónomos en Jeff Bezos de barrio. Un sueño húmedo de Powerpoint, como ya analizamos en [nuestro artículo sobre los comités de expertos].
La Realidad: El Timo de la Plantilla
Pero esto es España. Y en España, la distancia entre un Powerpoint y la realidad es un abismo lleno de listillos. El informe del Tribunal de Cuentas, destapado por medios como [The Objective], es demoledor. Una parte sustancial del pastel, más de 500 millones de euros, no ha ido a parar a pequeños diseñadores web locales. Ha ido a parar a las fauces de un puñado de grandes consultoras, los tiburones de siempre.
¿Y qué han hecho estas consultoras con nuestro dinero? ¿Obras de arte de la programación? ¿E-commerce revolucionarios? No. Han hecho lo que mejor saben hacer: optimizar. Han creado una máquina perfecta de «corta y pega». Han cogido una plantilla de WordPress de 30 euros, le han cambiado el logo y el número de teléfono, y se la han vendido a miles de pymes como si fuera la Capilla Sixtina del diseño web. Y han facturado, por cada una de estas obras de arte, entre 2.000 y 3.000 euros del bono del Kit Digital. Un negocio redondo.
El resultado es un ejército de webs zombis. Cien mil páginas web clónicas, idénticas, sin alma, sin contenido y, lo más importante, sin visitas. Porque, claro, en el pack no entraba esa cosita tan aburrida llamada «posicionamiento SEO».
La Comparativa Definitiva: Fontanería Paco vs. Mercería Loli
Para que entiendan la magnitud de esta Kit Digital chapuza, hemos decidido hacer una reseña comparativa de dos de estas joyas de la innovación, ambas financiadas con su dinero.
En esta esquina… ¡FontaneriaPacoAlbacete.eu! Y en esta otra… ¡MerceriaLoliLugo.site! ¡Que comience el combate!
- Diseño:
Tras un análisis exhaustivo, nuestro jurado ha llegado a una conclusión: empate técnico. Ambas webs presentan un diseño valiente y rompedor: un menú superior con «Inicio», «Quiénes Somos» y «Contacto». Y como imagen principal, la misma fotografía de stock de un grupo de personas de etnia indeterminada, sonriendo mientras señalan un gráfico ascendente. Una imagen que transmite a la perfección los valores tanto de la fontanería de vanguardia como del arte milenario de vender botones. - Contenido (Sección «Quiénes Somos»):
Aquí la competición se pone reñida. Fontanería Paco se define como «una empresa líder en la provisión de soluciones integrales para la gestión del flujo hídrico». Mercería Loli, por su parte, es «una entidad líder en la facilitación de soluciones textiles para el aderezo personal y del hogar». Ambos son líderes. Ambos proveen soluciones. La pasión por la neolengua corporativa es un claro indicio de la Kit Digital chapuza. Declaramos otro empate. - Innovación y Usabilidad:
Ambas webs presentan una característica revolucionaria: la invisibilidad. Ninguna de las dos aparece en las diez primeras páginas de Google si buscas «fontanero en Albacete» o «mercería en Lugo». Esto garantiza al usuario una experiencia de navegación exclusiva, tranquila y sin las molestas aglomeraciones de otros sitios web. Es el minimalismo llevado a su máxima expresión: una web que existe, pero que nadie puede encontrar. - Veredicto del Absurdólogo:
Por el módico precio de 5.000 euros de dinero público (sumando ambas), estas dos páginas web son un monumento a la eficiencia del corta-pega. Son la prueba de que se puede ser espectacularmente ineficiente y, a la vez, increíblemente rentable. Es una victoria aplastante para la industria de las plantillas y una derrota humillante para el sentido común.
El Epitafio de la «Digitalización»
El escándalo del Kit Digital no es un caso de corrupción tradicional, de maletines bajo la mesa. Es algo mucho más sutil y moderno. Es la corrupción del eufemismo. Es llamar «digitalización» a un trasvase masivo de dinero público a bolsillos privados a cambio de un producto inútil.
Es la demostración de que la burocracia, incluso cuando intenta ser moderna, acaba creando sus propios monstruos. Se crea un sistema tan complejo de ayudas, con tantos intermediarios y «agentes digitalizadores», que el dinero se pierde por el camino, en comisiones, en sobreprecios y en una ineficiencia que clama al cielo.
Al final, Paco el fontanero tiene una web que no le sirve para nada y que no sabe ni cómo actualizar. Loli la de la mercería sigue dependiendo de que la gente pase por la puerta de su tienda. Y las grandes consultoras se han embolsado 500 millones de euros por un trabajo que un estudiante de primero de informática haría por una fracción del precio.
Y esa, amigos, es la verdadera moraleja de esta chapuza. En la nueva economía digital, como en la vieja, la banca siempre gana. Sobre todo, si el casino lo pagamos todos.