Alemania Veta el Catalán en la UE y Propone la Solución Definitiva: que lo Traduzca ChatGPT en 2045.

Caricatura del veto de Alemania al catalán en la UE, mostrando a Scholz que ofrece un robot de IA como solución.

Desde la consulta del Absurdólogo de Guardia, buenos días. En el complejo y a menudo soporífero mundo de la diplomacia europea, de vez en cuando, surge una excusa tan brillante, tan imaginativa y tan condescendiente que merece ser enmarcada. Hoy, Alemania nos ha regalado una de esas joyas. Ante la insistencia de España para que el catalán sea lengua oficial en la UE, el Gobierno alemán ha mantenido su veto. ¿El motivo? El de siempre: «es muy caro».

Pero, y aquí viene la genialidad, nos han ofrecido una «solución». Una luz al final del túnel. Y no es una solución política, es una solución de ciencia ficción. Hemos tenido acceso en exclusiva a la carta que el canciller Scholz le ha enviado a Pedro Sánchez.


CARTA DE BERLÍN A MADRID (Traducción del Germano-Burócrata al Cristiano)

De: Olaf, el que Paga la Fiesta.
Para: Pedro, el que Pide Más Bebidas.

ASUNTO: Vuestra cosa de los idiomas.

Estimado Pedro,

Hemos recibido, por octava vez este mes, tu apasionada petición para hacer oficiales el catalán, el euskera y el gallego. Entendemos vuestro entusiasmo. De verdad que sí. Es una idea muy… pintoresca. Muy de vosotros.

Hemos analizado el informe de costes que nos habéis adjuntado. Y, tras una profunda deliberación y después de que nuestro Ministro de Finanzas sufriera un pequeño ataque de ansiedad, hemos llegado a la conclusión de que pagar a un ejército de traductores para que el mundo sepa cómo se dice «buenos días» en tres idiomas más es, y cito a mi contable, «un disparate carísimo».

PERO, ¡no te desanimes!

No es un «no» definitivo. Es un «ahora no me viene bien, ya si eso te llamo». Y para que veas que somos constructivos, te ofrecemos una solución visionaria, una que demuestra nuestro compromiso con el futuro y la innovación.

Proponemos dejar este tema en stand-by. En pausa. Aparcado. Y lo retomaremos, con mucho gusto, «en un futuro no muy lejano». Concretamente, en el momento en que la Inteligencia Artificial avance lo suficiente como para ofrecernos traducciones simultáneas, perfectas y, sobre todo, gratis.

¿Te imaginas, Pedro? Un mundo donde un eurodiputado catalán pueda hablar de la belleza de la Costa Brava y, al instante, un pequeño y eficiente robot le traduzca al resto de Europa. ¡Sin coste para el contribuyente alemán! Es un futuro maravilloso. Y, según nuestros cálculos, podría llegar en cualquier momento entre 2040 y el día del Juicio Final.

Así que ten un poco de paciencia. Dejad que los chicos de Silicon Valley hagan su magia. Ya verás como, en unos añitos, este problema se soluciona solo. Para más información, puedes consultar los avances de [OpenAI], que seguro que están en ello.

Mientras tanto, si no te importa, tenemos cosas más urgentes que atender. Como, por ejemplo, decidir si rescatamos nuestra industria del automóvil o no, un tema que, como ya sabrás por las noticias de [agencias como Reuters], sí que nos quita el sueño.

Un afectuoso saludo, y gracias por tu comprensión.

Atentamente,
Olaf Scholz.


El Bistur-í del Absurdólogo: La Procrastinación Tecnológica

Lo que acabamos de leer es la excusa más humillante y, a la vez, más futurista de la historia de la diplomacia. El veto alemán al catalán en la UE ya no es una cuestión política, es una cuestión de I+D.

Es la invención de un nuevo concepto: la procrastinación tecnológica. Es la versión geopolítica del «vuelva usted mañana», pero con un toque de Black Mirror. Es como si le pides un aumento a tu jefe y te dice: «Me parece una idea excelente, pero esperemos a que inventen un teletransportador para que puedas venir a la oficina más rápido y ser más productivo. Entonces, lo hablamos».

Alemania, con esta jugada, ha conseguido varias cosas a la vez:

  1. Darle una Patada a la Pelota hacia el Futuro: Ha convertido un problema político de hoy en un problema tecnológico de mañana, eximiéndose de tomar una decisión ahora.
  2. Humillar Sutilmente a España: Le está diciendo, básicamente, que su petición es un capricho tan poco prioritario que puede esperar a que lo solucione Skynet.
  3. Quedar como los «Modernos»: Se envuelven en la bandera de la innovación. No son unos tacaños, son unos visionarios que confían en la tecnología.

Mientras tanto, el Gobierno español, que había convertido la oficialidad del catalán en una de sus grandes promesas a sus socios independentistas, se queda con cara de idiota. No le han dicho que no. Le han dicho algo mucho peor. Le han dicho: «Póngase a la cola, detrás de los coches voladores y la cura de la calvicie. Ya le llamaremos».

Y así es como funciona la nueva diplomacia. Ya no se niegan las cosas. Simplemente, se posponen hasta la llegada de un futuro tecnológico que, probablemente, nunca será tan perfecto ni tan barato como ellos imaginan. Es la excusa definitiva. Y es, sin duda, una obra maestra.

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