Buenas noches, y que la divinidad que prefieran les pille confesados. Porque la noticia con la que vamos a cerrar esta noche no es una noticia. Es el preludio de una guerra civil. Es la crónica de una decisión que podría hacer que la gente, esa masa silenciosa y paciente, salga a la calle con antorchas y tridentes. Olviden las pensiones, olviden la factura de la luz. El Gobierno ha decidido tocar lo único que en este país es verdaderamente sagrado: el fútbol.
La Bomba Atómica: el Veto a la Selección
La historia ha empezado como una anécdota de segundo nivel. Un titular que decía: «España se retirará de Eurovisión 2026 si Israel participa». Una noticia que ha provocado la indignación de, aproximadamente, doce personas y un caniche. Pero eso, amigos, era solo la cortina de humo. La maniobra de distracción. Porque la verdadera bomba, la que se ha filtrado desde los pasillos de Moncloa, es de un calibre muy superior. El Gobierno no solo está sopesando el boicot al festival de la purpurina. Está estudiando un veto a la Selección Española de Fútbol y a todos nuestros equipos en competiciones donde haya presencia de Israel.
Repitan conmigo, para que asimilen la magnitud del cataclismo: EL. GOBIERNO. SE. ESTÁ. PENSANDO. QUITARNOS. EL. FÚTBOL.
Es la opción nuclear. Es el botón rojo de la política. Es una medida de una audacia tan suicida que hace que la retirada de la OTAN parezca una decisión de parvulario. El Gobierno, en su afán por posicionarse como el campeón de la causa palestina en el tablero internacional, ha decidido que la mejor forma de presionar a Netanyahu es, por lo visto, provocando un motín en cada bar de España.
¿Se Imaginan un Mundo sin la Roja? El Colapso del Cuñadismo
Párense a pensar por un segundo en las consecuencias. ¿Qué pasaría si esta amenaza se materializa?
- El Mundial, por la tele (y sin España): Imaginen un Mundial de Fútbol y que España no participe. Sería una distopía. ¿Qué haríamos? ¿A quién insultaríamos? ¿De qué hablaríamos en la oficina durante un mes? Sería un vacío existencial de proporciones cósmicas. Millones de «cuñados» se quedarían sin su momento de gloria, sin su oportunidad de explicarle al seleccionador, a gritos desde el sofá, cómo se debe jugar al fútbol. Sería una crisis de identidad nacional.
- La Champions del Caos: ¿Y la Champions League? ¿Qué pasa si al Real Madrid o al Barça les toca jugar contra el Maccabi Haifa? ¿Se retiran? ¿Pierden 3-0 por incomparecencia? ¿Enviamos al equipo B de la oficina a jugar para disimular? La UEFA, esa organización tan sensible a las presiones políticas (nótese la ironía), probablemente se partiría de risa antes de meternos una sanción que nos dejaría sin competir en Europa hasta que se invente la teletransportación.
- Las Olimpiadas y el Baloncesto: La onda expansiva sería total. Baloncesto, balonmano, waterpolo… cualquier deporte donde un equipo español pudiera cruzarse con uno israelí estaría en jaque. Sería la balcanización del deporte español.
Esto no es una cuestión de política exterior. Esto es una cuestión de Estado. De salud mental colectiva. El fútbol es el gran pacto de no agresión de este país. Es el único momento en que rojos y azules, independentistas y centralistas, aparcan sus diferencias para unirse en un grito común: «¡Árbitro, cabrón!». Y el Gobierno amenaza con romper ese pacto.
La Estrategia: ¿Principios o Propaganda?
¿Y por qué? ¿Por qué un Gobierno, por muy «progresista» que sea, se arriesgaría a cometer un suicidio político de este calibre?
La respuesta es que, probablemente, sea un farol. Un órdago a la grande para la galería. Es la forma de presentarse ante su electorado más ideologizado como el Gobierno más valiente, el más coherente, el que se atreve a llevar sus principios hasta las últimas consecuencias. Es una forma de contentar a sus socios de Sumar, que como ya vimos [con su ultimátum sobre el embargo], están exigiendo gestos contundentes.
El veto a la Selección Española de Fútbol contra Israel es la gesticulación política en su máxima expresión. Es una medida que suena muy rotunda, que genera un titular enorme, pero que, en el fondo, saben que es casi imposible de aplicar sin provocar una revuelta popular.
Lo de Eurovisión era el globo sonda. Un festival de música que, aunque tiene sus fans, no es una cuestión de Estado. Si la gente se lo tragaba, quizá se atreverían con más. Pero han cometido un error de cálculo garrafal: han pasado de amenazar con quitarnos un postre a amenazar con quitarnos el pan y la sal.
Y con el pan de los españoles, y sobre todo, con su circo, no se juega.
Así que, mientras el Gobierno «estudia» esta medida histórica, el resto del país contiene la respiración. No por la situación en Gaza. Sino por algo mucho más importante: la alineación del próximo partido de la Selección. Porque en España, puedes tocarle a la gente la cartera, la sanidad o la educación. Pero, ¡ay amigo!, como le toques el fútbol… has despertado a la bestia.
Buenas noches. Y recen. Recen para que al Real Madrid no le toque el Maccabi Haifa. Por el bien de la paz social.