Buenas tardes, feligreses del absurdo. Hay momentos en la política que son como un mal chiste contado en un funeral. Momentos de un cinismo tan profundo que te dejan sin palabras. Hoy, el Ministerio de Igualdad nos ha regalado uno de esos momentos. Tras el escándalo monumental que destapamos en [nuestra autopsia del fallo de las pulseras antimaltrato], tras descubrirse que el sistema que debía proteger a miles de mujeres era una chapuza inoperante, ¿qué ha hecho el Ministerio? ¿Ha pedido perdón? ¿Ha rodado alguna cabeza? ¿Ha habido alguna dimisión?
No. Ha hecho algo mucho mejor. Ha hecho una rueda de prensa. Y ha anunciado «mejoras técnicas».
Es una genialidad. Es la cumbre del manual de gestión de crisis del político moderno. Es el arte de apagar un incendio echándole encima un Powerpoint.
El Manual del «Aquí no ha Pasado Nada»
La estrategia del Ministerio de Igualdad es una obra maestra de la evasión, un monumento a la huida hacia adelante. Analicemos los pasos de este baile, porque no tiene desperdicio.
Paso 1: El Silencio Aturdidor.
Durante días, mientras la noticia de la chapuza corría como la pólvora y generaba una alarma social justificada, la respuesta del Ministerio fue el silencio. Un silencio administrativo. La estrategia del avestruz: si no hablo de ello, quizá el problema desaparezca.
Paso 2: La Negación (Versión Light).
Cuando el silencio ya es insostenible, llega la fase de la negación edulcorada. No se niega el problema, se minimiza. Se habla de «incidentes puntuales», de «casos aislados», de «una situación que nunca generó un riesgo real». Es la fase en la que se intenta convencer a la gente de que lo que ha leído no es tan grave como parece.
Paso 3: La Culpa es del Empedrado (la Empresa Externa).
El siguiente paso es encontrar un culpable. Pero nunca, jamás, un culpable político. La culpa es siempre de un ente abstracto o, mejor aún, de una empresa externa. «El fallo fue del proveedor», «un error en la transición tecnológica», «problemas de implementación de la contrata». El Ministerio no es el responsable, es una víctima más de la incompetencia ajena. Es una jugada brillante que les permite presentarse no como los causantes del problema, sino como los que valientemente lo están solucionando.
Paso 4: El Anuncio de las «Mejoras» (la Cortina de Humo Definitiva).
Y aquí llega el clímax. La jugada maestra. Cuando ya no puedes negar, ni minimizar, ni culpar a otros, solo te queda una salida: mirar hacia el futuro. Y así, el Ministerio de Igualdad anuncia mejoras en las pulseras antimaltrato.
Este anuncio es una cortina de humo perfecta. Cumple varias funciones a la vez:
- Cambia el Foco: La conversación deja de ser sobre el desastre del pasado y pasa a ser sobre las maravillosas promesas del futuro. Ya no hablamos de la chapuza, hablamos de las «mejoras».
- Genera un Titular Positivo: Permite a los medios afines titular con «Igualdad refuerza el sistema» en lugar de «Igualdad la cagó estrepitosamente». Es una victoria propagandística.
- Crea una Ilusión de Acción: Da la sensación de que se está haciendo algo, de que se ha aprendido la lección. Aunque las «mejoras» sean, probablemente, las que el sistema ya debería haber tenido desde el principio.
¿Y las Responsabilidades? Bien, gracias.
Lo más desolador de todo este teatrillo es la absoluta ausencia de la palabra mágica: dimisión. En un país con una cultura democrática medianamente sana, un escándalo de esta magnitud —un fallo en un sistema que protege a víctimas de violencia de género— se habría saldado con la dimisión fulminante del responsable político. Aquí, no.
Aquí, la responsabilidad se diluye, se evapora, se convierte en un ente etéreo. Nadie tiene la culpa. O, mejor dicho, la culpa la tiene un bug informático. Un bug que, por lo visto, no tiene padre ni madre.
La rueda de prensa de hoy sobre las mejoras en las pulseras antimaltrato no ha sido un acto de transparencia. Ha sido un insulto a la inteligencia de las víctimas y de los ciudadanos. Ha sido la demostración de que, para algunos, la política no consiste en solucionar problemas, sino en gestionar escándalos. Y la mejor forma de gestionar un escándalo es crear una nueva narrativa, una nueva promesa, una nueva cortina de humo que tape la pestilencia del fracaso anterior.
Así que no se dejen engañar. Las «mejoras técnicas» son la alfombra bajo la cual se ha barrido la negligencia. Y mientras no haya una asunción real de responsabilidades, el sistema seguirá siendo tan frágil como la confianza que nos queda en él.
Disfruten de la comida. Y recen para que la versión 2.0 de las pulseras, al menos, venga con las pilas incluidas.