Desde la consulta del Absurdólogo de Guardia, hoy nos llega un nuevo pergamino desde los Siete Reinos del Fútbol Español, un lugar donde las estaciones duran décadas y las traiciones, un fin de semana. Presten atención, plebeyos, porque la guerra por el Trono de Hierro de LaLiga se ha puesto más interesante que una final de Champions en el último minuto.
En el capítulo de esta semana, un nuevo contendiente ha surgido de las sombras para desafiar al rey. Su nombre es Lord Miguel Galán, un caballero andante de los tribunales, señor del bastión de CENAFE y un hombre cuya afición es presentar más querellas que un vecino con mal perder en una junta de la comunidad. Lord Galán, en un audaz movimiento, ha enviado un cuervo mensajero al Consejo Superior de los Deportes (CSD), que viene a ser la Mano del Rey en esta historia, exigiendo la cabeza de nuestro actual monarca: el Rey Javier I de la Casa Tebas.
¿El motivo de esta petición de destitución? ¡Alta traición! Según el pergamino de la denuncia, el Rey Tebas, en un acto de dudosa lealtad, habría desvelado secretos de alcoba de una de las casas nobles más importantes del reino: la Casa Barça. Al parecer, filtró información confidencial sobre sus finanzas, esas cuentas más misteriosas que un capítulo de Twin Peaks, poniendo en jaque su honor y, lo que es peor, su capacidad para fichar a otro delantero de 30 millones.
La corte está en shock. El Rey Tebas, conocido por su mano de hierro, su verbo afilado y su cruzada personal contra los presupuestos inflados, ahora es acusado de ser un «lengua larga». Es como si acusaran a Tywin Lannister de irse de la lengua en una taberna.
Y así, amigos, es como funciona el poder en el fútbol español. No es un deporte, es una partida de ajedrez jugada con abogados en lugar de alfiles y con periodistas en lugar de peones. Los partidos se juegan en el campo, sí, pero las ligas se ganan y se pierden en los despachos, en las comidas de directivos y en los pasillos de los juzgados. Es un mundo fascinante donde tu mayor enemigo no es el delantero del equipo rival, sino tu propio vicepresidente, que probablemente está conspirando para quedarse con tu palco.
Lo mejor de todo son los actores de esta saga. Tenemos a los grandes señores, los Florentino y los Laporta, atrincherados en sus castillos de Invernalia (el Bernabéu) y Roca Casterly (el Camp Nou). Tenemos al Rey Tebas, intentando mantener el control de un reino lleno de rebeldes. Y luego tenemos a personajes como Lord Galán, el justiciero solitario, el «caballero andante» que aparece cada cierto tiempo para poner una denuncia que lo desestabiliza todo, como un Meñique con carnet de abogado.
Ahora, la pelota (o la cabeza de Tebas, según se mire) está en el tejado del CSD. ¿Atenderán la petición de Lord Galán? ¿Rodará la cabeza del Rey de LaLiga? ¿O es todo una simple escaramuza para debilitar su poder antes de la gran batalla por los derechos de televisión de la próxima temporada?
No lo sabemos. Pero una cosa es segura: mientras estos señores juegan a su particular Juego de Tronos, nosotros, el pueblo llano, seguiremos en las gradas. Pagaremos religiosamente nuestras suscripciones a las plataformas de streaming, compraremos nuestras camisetas a precios de oro y discutiremos en el bar sobre si fue penalti o no. Porque en el fondo, nos encanta el circo. Y el fútbol español, amigos, es el circo más grande, más caro y más traicionero de todos. ¡Que empiece el juicio por combate!