Autopsia Doble: el Día que el Gobierno Engordó al Monstruo por la Mañana y le Descubrió un Cáncer por la Tarde.

Caricatura sobre los Presupuestos y Agencias Estatales nuevos y el 'Caso Conexión', como sátira del mercadeo político y la corrupción.

(El Absurdólogo se ajusta los guantes de látex y carraspea)

Buenas tardes y bienvenidos a la mesa de autopsias. Hoy tenemos una jornada fascinante. Dos cuerpos, aparentemente distintos, pero que, como verán, comparten una patología común, una enfermedad crónica que define el alma de nuestra nación. A mi izquierda, tenemos los flamantes Presupuestos Generales del Estado para 2026. Aún calientes, recién salidos del horno de la negociación parlamentaria. A mi derecha, un fiambre que empieza a oler mal: el ‘Caso Conexión’.

Vamos a empezar con el primero, el más lozano. El que nos venden como un nacimiento, como una buena nueva.

Autopsia 1: Los Presupuestos del Chantaje y el Observatorio de la Piruleta

¡Habemus Presupuestos! ¡Saquen el confeti! El Gobierno, tras semanas de negociaciones a cara de perro, de reuniones en reservados de restaurantes y de amenazas veladas en los pasillos del Congreso, ha conseguido los apoyos necesarios. ¡España tiene unas cuentas para el año que viene! ¡La estabilidad está garantizada!

Pero, como siempre, el diablo está en la letra pequeña. Y la letra pequeña de estos presupuestos no está escrita con tinta, sino con sangre, sudor y lágrimas… de nuestro bolsillo. Para conseguir ese puñado de votos que necesitaba, el Gobierno ha tenido que pagar un rescate. Y el rescate, amigos, se paga creando más Estado.

La noticia, confirmada por medios como [El País], es una obra de arte del mercadeo político. A cambio de su «sí», los socios minoritarios se llevan a sus feudos tres nuevas Agencias Estatales y, atención, la creación de un «Observatorio del Bienestar Emocional».

Repitan conmigo: Observatorio. Del. Bienestar. Emocional.

Es una genialidad. Es la culminación del «chiringuito» como forma de arte. Un organismo público, financiado con su dinero, que se dedicará a… bueno, a observar lo emocionalmente jodidos que estamos, probablemente por tener que pagarles a ellos el sueldo. Me imagino sus informes: «Conclusión del estudio semestral: la gente está hasta los cojones. Se recomienda aumentar nuestro presupuesto para estudiarlo más a fondo».

Estos nuevos Presupuestos y sus Agencias Estatales no son un plan económico. Son el ticket de compra de una transacción política. Son la prueba de que, para mantenerse en el poder, este Gobierno (y cualquiera que viniera) está dispuesto a seguir engordando al monstruo burocrático, a crear más despachos, más cargos, más dietas, más coches oficiales. Todo con la excusa de «vertebrar el territorio» o «atender a nuevas sensibilidades sociales».

No nos engañemos. Estas agencias no nacen con una vocación de servicio. Nacen para «colocar a los nuestros». Son la moneda de cambio en el gran bazar parlamentario. Y mientras se crean observatorios para medir nuestra tristeza, las listas de espera en sanidad siguen batiendo récords, la educación se cae a trozos y las infraestructuras se oxidan. Pero oye, tendremos un comité de expertos analizando nuestra angustia vital. Algo es algo.

Y mientras observamos, con una mezcla de horror y fascinación, cómo el leviatán del Estado sigue creciendo, alimentado por la necesidad de supervivencia política… pasemos al segundo cuerpo. Veamos qué ocurre en las entrañas del monstruo que ya existe.

(El Absurdólogo se limpia el bisturí y se gira hacia el otro lado de la mesa)

Autopsia 2: El ‘Caso Conexión’ y el Día de la Marmota de la Corrupción

Y aquí lo tenemos. El fiambre del día. El ‘Caso Conexión’. Un nuevo nombre para una vieja enfermedad. Filtraciones. Comisiones. Contratos amañados. Tres ministerios salpicados. El hedor es… familiar. Es el olor inconfundible de la corrupción española, ese aroma a despacho con moqueta, a café a media mañana y a maletín que cambia de manos en el reservado de un restaurante.

La noticia, destapada por medios como [The Objective], es el recordatorio de que, mientras nuestros líderes se dedican a crear nuevos pisos en el rascacielos de la Administración, los cimientos del edificio están podridos.

Y lo más maravilloso de todo es la coreografía que se desata a continuación. Un ballet perfectamente sincronizado que ya nos sabemos de memoria:

  1. El Grito de la Oposición: ¡Dimisión! ¡Corrupción sistémica! ¡El Gobierno más corrupto de la historia! Piden cabezas, comisiones de investigación y, si pudieran, la restauración de la Inquisición para interrogar a los ministr.os.
  2. La Muralla del Gobierno: ¡Fachas! ¡Máquina del fango! ¡Lawfare! Denuncian una conspiración de la «derecha judicial y mediática» para derrocar a un gobierno legítimo. Todo es un bulo, una invención, un ataque a la democracia.
  3. El Silencio Aturdido del Ciudadano: Y en medio, nosotros. Mirando el partido de tenis con el cuello partido, sin saber ya a quién creer, con la sospecha creciente de que todos son igual de impresentables y con la certeza absoluta de que, al final, la fiesta la pagaremos nosotros.

Esta es la gran esquizofrenia de nuestro sistema. Por la mañana, aprobamos unos Presupuestos con nuevas Agencias Estatales para hacer el Estado más grande, más presente, más social. Y por la tarde, descubrimos que ese mismo Estado es un colador por el que se escapa el dinero público a chorros.

Engordamos al monstruo y, a la vez, nos quejamos de que está enfermo. Creamos más despachos y, a la vez, nos sorprendemos de que en esos despachos se conspire y se robe. Es una locura.

Diagnóstico Final: Hipertrofia y Gangrena

Si unimos los dos cuerpos, el diagnóstico es claro. El Estado español sufre de hipertrofia burocrática con un cuadro agudo de gangrena moral. Crece sin control por arriba, mientras se pudre por dentro.

Los nuevos Presupuestos y sus Agencias Estatatales son el síntoma de la enfermedad del poder: la necesidad de comprar voluntades para sobrevivir. El ‘Caso Conexión’ es el síntoma de la enfermedad de la oportunidad: la tentación de meter la mano en la caja cuando nadie mira.

Y nosotros, los ciudadanos, somos los orgullosos propietarios de la máquina más cara, más grande y menos fiable jamás construida. Una máquina que hoy hemos decidido ampliar con tres nuevas piezas, mientras descubríamos que el motor lleva años gripado.

Y ahora, con su permiso, voy a comer. Que alguien tiene que levantar este país para poder seguir pagando la fiesta.

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