Buenas noches, pecadores del celuloide. Es sábado, la noche sagrada del cine. Y esta semana ha llegado a nuestras carteleras la Película Necesaria™. La Película Valiente™. La Película que, según los señores con gafas de pasta y fulares que escriben en las revistas especializadas, «redefine los contornos del lenguaje cinematográfico». Se llama La Herencia del Silencio. Y yo, como humilde servidor de la verdad, he cumplido con mi deber cívico: la he visto para que ustedes no tengan que hacerlo.
Antes de empezar esta crítica de ‘La Herencia del Silencio’, permítanme que les ofrezca una herramienta. Una guía para navegar por las procelosas aguas del cine de autor español. Es un juego. Se llama el Bingo del Cine de Calidad Subvencionado. Saquen sus cartones.
EL BINGO DEL CINE DE AUTOR ESPAÑOL
(Marque las casillas a medida que aparecen en la película)
BINGO | CINE | DE | AUTOR | ESPAÑOL |
B1: Un personaje mira por una ventana durante más de un minuto sin motivo aparente. | I1: La trama principal es una metáfora evidente (y un poco torpe) de la Guerra Civil. | N1: Diálogos susurrados que son completamente ininteligibles sin activar los subtítulos. | G1: Un plano fijo de un objeto inanimado (un vaso, una silla) que dura más de 45 segundos. | O1: Final abrupto que no resuelve absolutamente nada y te deja con cara de idiota. |
B2: Fotografía en blanco y negro para parecer más profundo. | I2: El protagonista es un escritor/artista/intelectual atormentado que sufre un bloqueo creativo. | N2: Tensión sexual no resuelta entre dos personajes que apenas cruzan tres frases. | G2: La película transcurre en un pueblo de la España vaciada donde nunca pasa nada. Opresivo. | O2: Escena de comida familiar donde nadie habla y solo se oye el ruido de los cubiertos. |
B3: El título es una combinación de dos sustantivos abstractos (Ej: La Sombra del Olvido). | I3: Se menciona a Unamuno o a Machado para dar un barniz de intelectualidad. | N3: Silencios incómodos que duran más que la batalla de Helm. | G3: La palabra «tierra» o «raíces» se pronuncia con una solemnidad casi religiosa. | O3: Un personaje se pone a llorar de repente sin que el espectador entienda muy bien por qué. |
B4: Un niño dice una frase supuestamente profunda que ningún niño diría en la vida real. | I4: El conflicto principal es el gotelé de las paredes. | N4: La banda sonora consiste en el sonido del viento y, ocasionalmente, una nota de piano. | G4: El protagonista tiene una relación complicada con su padre (que es un señor muy serio). | O4: La película recibe 14 nominaciones a los Goya. |
B5: Aparece un animal (normalmente una cabra o una mula) que simboliza «la pureza perdida». | I5: El clímax de la película es un personaje quemando una carta. | N5: No hay casi música, porque la música es un «artificio que distrae de la verdad». | G5: La crítica la califica de «hipnótica», «valiente» y «necesaria». | O5: La recauda en taquilla menos que lo que ha costado el catering. |
Si a la media hora de película han cantado BINGO, enhorabuena. Están viendo una obra maestra del cine español contemporáneo. Y sí, La Herencia del Silencio no solo canta bingo, canta un doble bingo con reintegro.
La Trama (o la Ausencia de Ella)
La película nos cuenta la historia de Anselmo, un señor de 60 años que vuelve a su pueblo natal en algún lugar indeterminado de Castilla tras la muerte de su padre. Anselmo no habla. Mira. Mira mucho. Mira por la ventana (B1). Mira a una pared con gotelé (I4). Mira a una silla vacía (G1). Durante tres horas.
El conflicto principal, al parecer, es que Anselmo tiene que decidir si vende o no la casa familiar, una casa que es, por supuesto, una metáfora de España (I1). Su hermana, interpretada por una actriz de renombre que susurra todos sus diálogos (N1), quiere vender. Anselmo, no. Y esa es, básicamente, toda la trama.
No esperen giros de guion. No esperen acción. No esperen diálogos ingeniosos. Esperen silencios. Largos. Profundos. Silencios que te permiten reflexionar sobre tus propias decisiones vitales, sobre la lista de la compra, sobre si has cerrado el gas al salir de casa. El director, un genio aclamado en festivales de cine que se celebran en ciudades de nombres impronunciables, ha decidido que la vida es, en esencia, un largo y tedioso silencio. Y nos lo sirve en bandeja de plata durante 180 interminables minutos.
La Crítica de los Expertos vs. La Realidad
Leo en [El Confidencial] que la película es «un cine necesario pero invisible». Y aquí, amigos, está la clave de todo el tinglado. «Necesario». ¿Necesario para quién? ¿Para el espectador medio que solo quiere evadirse durante dos horas de su miserable vida? No. Es «necesario» para el propio ecosistema endogámico del cine español.
Es un cine hecho por y para ellos. Un círculo cerrado de directores, críticos y comités de subvenciones que se retroalimentan los unos a los otros en un bucle de autocomplacencia. Hacen películas que solo entienden (o fingen entender) ellos, se dan premios entre ellos y las financian con el dinero de todos nosotros. Y luego se quejan de que «la gente no va al cine a ver producto español».
¡No me extraña! La gente no va a ver La Herencia del Silencio por la misma razón que no va a un museo a ver una pared blanca. Porque, aunque un señor con fular te diga que es una «valiente deconstrucción del concepto de espacio», a ti te sigue pareciendo una puta pared.
Esta crítica de ‘La Herencia del Silencio’ no es una crítica a una película. Es la autopsia de un modelo. Un modelo que desprecia al público, que lo considera una masa de idiotas incapaces de apreciar el «verdadero arte». Un modelo que vive de espaldas a la realidad, financiado con un dinero público que debería servir para crear una industria cultural potente y conectada con la gente, no para financiar los experimentos existenciales de cuatro directores que creen que han inventado el cine.
La Herencia del Silencio ganará el Goya a Mejor Película, Mejor Director, Mejor Fotografía en Blanco y Negro y Mejor Silencio Incómodo. Y el año que viene, su director volverá a recibir una generosa subvención para su próximo proyecto: una película de cuatro horas sobre la fascinante vida interior de una piedra. Y los críticos volverán a aplaudir. Y las salas volverán a estar vacías.
Y el cine, el de verdad, el que te emociona, te hace reír o te hace pensar, seguirá ocurriendo en otra parte. Probablemente, en la sala de al lado, donde ponen la de superhéroes.