Recibimos en la consulta una misiva urgente, escrita con una caligrafía temblorosa que achacamos, no a los nervios, sino a una posible hipotermia.
Estimado Absurdólogo,
Ha llegado. El enemigo está en nuestras puertas. Se llama «fresquito de octubre». Y con él, ha estallado la Primera Guerra Termonuclear Doméstica del otoño. Mi pareja, que debe de descender directamente de un linaje de osos polares, se niega a encender la calefacción. Su argumento: «Aún no es estrictamente necesario, hay que ahorrar».
Doctor, yo teletrabajo. Escribo esto con tres capas de ropa, una bata de guatiné y una manta sobre las piernas. Siento los dedos de los pies como si no fueran míos. Creo que mi café se ha congelado sobre la mesa. ¿Cuándo es el momento legal, moral y humanamente aceptable para encender la calefacción? ¿Debo esperar a que se forme escarcha en las ventanas? ¿Es el divorcio la única salida?
Atentamente,Un Congelado Anónimo.
Estimado Congelado Anónimo,
Usted no está viviendo una simple disputa doméstica. Usted es un soldado en la trinchera de la guerra civil más antigua y encarnizada de la historia de la convivencia: la Guerra del Termostato. Este conflicto, que ha roto más relaciones que la infidelidad y el reparto de las tareas del hogar juntos, se recrudece cada otoño. Y en esta guerra, amigo mío, no hay prisioneros.
Para que entienda la magnitud del conflicto, es fundamental que identifique a los dos bandos irreconciliables que se enfrentan en el campo de batalla de su salón:
Bando 1: Los Estoicos del Fresquito (también conocidos como «La Resistencia del Jersey»)
- Filosofía: Creen firmemente que el frío no es un estado térmico, sino mental. Sostienen que el cuerpo humano es una máquina perfecta diseñada para adaptarse a las inclemencias del tiempo a base de pura fuerza de voluntad y capas de ropa. Encender la calefacción antes de que el Pisuerga pase por Valladolid es un signo de debilidad, un derroche, una claudicación ante el confort burgués.
- Lema: «Si tienes frío, ponte otra rebequita».
- Armamento: Batas de guatiné, calcetines de lana, mantas, bolsas de agua caliente y, sobre todo, una superioridad moral inquebrantable.
Bando 2: Los Epicúreos de la Calefacción (también conocidos como «El Frente de Liberación Térmica»)
- Filosofía: Defienden el derecho inalienable del ser humano a no tener que ver su propio aliento mientras ve una serie en Netflix. Para ellos, el hogar es un santuario de confort, no un campo de entrenamiento para una expedición a la Antártida. La calefacción no es un lujo, es un derecho humano fundamental, justo por debajo de la libertad de expresión y por encima del derecho a un juicio justo.
- Lema: «La vida es demasiado corta para pasar frío en tu propia casa».
- Armamento: El sigilo (para subir el termostato cuando el otro no mira), la manipulación emocional («cariño, el gato está tiritando») y el conocimiento enciclopédico de los síntomas de la hipotermia.
Lo que usted debe comprender es que esta guerra no es realmente por la temperatura. Es una guerra de poder. El termostato es el Trono de Hierro de la casa. Quien lo controla, lo controla todo.
Pero hay un tercer actor en este conflicto, un villano en la sombra que se beneficia de vuestra lucha: la compañía eléctrica. Mientras usted y su pareja libran su batalla, el verdadero enemigo se frota las manos. Ha conseguido que un derecho básico, el de estar caliente en tu propia casa, se convierta en un artículo de lujo, en el epicentro de una crisis familiar. Ha logrado que asociemos el calor con la ruina económica.
Diagnóstico y Tratamiento
Usted es una víctima de fuego cruzado (o, más bien, de frío cruzado).
Diagnóstico: Padece usted el «Síndrome de la Batalla del Termostato», con complicaciones de «ansiedad por factura eléctrica».
Tratamiento: Diplomacia y guerrilla.
- La Vía Diplomática (El Tratado de Versalles Doméstico): Siéntense a negociar. Establezcan unas reglas de enfrentamiento claras. «La calefacción se enciende cuando la temperatura interior baja de los 19 grados». «El termostato no se toca más de una vez por hora». Es un acuerdo frágil, pero puede traer una paz temporal.
- La Táctica de Guerrilla: Si la diplomacia falla, actúe con astucia. Suba el termostato un solo grado cuando su pareja no mire. Un grado es psicológicamente indetectable para un Estoico, pero puede ser la diferencia entre la vida y la muerte para un Epicúreo.
- El Arma Definitiva (La Culpa): La próxima vez que estornude, mírele con ojos llorosos y susurre: «No es nada… solo el principio de una pulmonía». La culpa es un arma de destrucción masiva en cualquier relación.
Y recuerde, en esta guerra, no se trata de ganar, se trata de sobrevivir hasta la primavera. No luche contra su pareja. Luchen juntos contra la verdadera tiranía: la del kilovatio/hora a precio de azafrán.
Atentamente,
El Absurdólogo de Guardia.