El Kit Digital te ‘Regala’ un MacBook que Acabarás Pagando con el IVA, Letra Pequeña y un Trozo de tu Alma.

Caricatura de un autónomo firmando un contrato con el diablo para conseguir un ordenador del Kit Digital, como sátira de la letra pequeña del programa.

Desde la consulta del Absurdólogo de Guardia, hoy tenemos que hablar de ese ser mitológico, de esa criatura legendaria que vive en el corazón de la jungla administrativa española: el autónomo. Un héroe anónimo que cada trimestre lucha contra el dragón del IVA, que sobrevive a la bestia de la cuota mensual y que sueña, por las noches, con algo llamado «vacaciones pagadas». Y a veces, solo a veces, el gran dios Estado, desde su Olimpo burocrático, decide apiadarse de él y le lanza una migaja. La última de estas migajas se llama Kit Digital.

La promesa es gloriosa, casi mesiánica. «¡Autónomo!», clama la propaganda gubernamental, «¡te vamos a digitalizar! ¡Te vamos a regalar un ordenador portátil nuevecito para que entres en el siglo XXI!». Y el pobre autónomo, que lleva trabajando con un ordenador que tiene menos memoria que un pez y que suena como un avión a punto de despegar, llora de la emoción. «¿Gratis?», pregunta con un hilo de voz. «¡Gratis!», responde el Estado.

Y es en ese preciso instante cuando, en un callejón oscuro, se te aparece un señor muy amable, con una sonrisa encantadora y un maletín. Es el «Agente Digitalizador». Y te ofrece un contrato.

Como servicio público, hemos conseguido una copia de dicho contrato y procedemos a transcribir sus cláusulas principales.


CONTRATO VINCULANTE DE ADQUISICIÓN DE ALMA A CAMBIO DE DIGITALIZACIÓN A COSTE CERO (CON MATICES)

Cláusula 1: El Objeto del Deseo.
Yo, el Autónomo Desesperado (en adelante, «El Pringado»), acepto recibir de manos del Agente Digitalizador (en adelante, «El Mago de la Letra Pequeña»), un (1) ordenador portátil brillante, generalmente de una marca con una fruta mordida, que me hará sentir moderno, exitoso y parte de la élite creativa durante aproximadamente 25 minutos (hasta que tenga que empezar a pagar las facturas).

Cláusula 2: La Demostración de Compromiso (también conocida como «Pagar el IVA por Adelantado»).
A cambio de este generoso «regalo», me comprometo a abonar, por adelantado y sin rechistar, el 21% del valor total del producto en concepto de «Impuesto sobre los Regalos que en Realidad no son Regalos sino una Transacción Compleja que ya Entenderás Cuando te llegue el Cargo al Banco». Entiendo que este pago inicial es una prueba de mi compromiso con la digitalización y no, bajo ningún concepto, una forma de que el Estado se asegure de que el chiringuito le salga gratis.

Cláusula 3: La Suscripción Ineludible (La Letra Pequeña que Brilla en la Oscuridad).
Como parte de este maravilloso pack, me comprometo a suscribirme, por un período irrisorio de 24 meses (lo que en tiempo de autónomo equivale a tres eras geológicas), al revolucionario software «Servicio de Nubes Grises Pro 365». Entiendo que este software, que consiste básicamente en una hoja de cálculo que se cuelga y un programa de facturación que siempre redondea a favor de Hacienda, es absolutamente esencial para mi negocio. El coste mensual de dicha suscripción será simbólico, aproximadamente el equivalente a mi dignidad y a la mitad de mis ingresos netos.

Cláusula 4: La Redefinición del Concepto «Gratis».
Declaro haber comprendido que el término «gratis» en el contexto de este contrato no se refiere a su definición tradicional de «ausencia de coste monetario». Entiendo que «gratis» es un concepto de marketing flexible, una figura retórica que alude a una «redistribución innovadora de la carga financiera», donde la carga, casualmente, siempre acaba en mi espalda.

Cláusula 5: El Soporte Técnico Trascendental.
En caso de que el ordenador «regalado» o el software «esencial» no funcionen, acepto que el servicio de soporte técnico consistirá en un chatbot llamado «Paciencia» que me responderá exclusivamente con frases motivacionales de Mr. Wonderful. Entiendo que la solución a un error fatal del sistema es, probablemente, «Sonríe, hoy va a ser un gran día».

Cláusula 6: El Sacrificio de Datos.
Acepto ceder al Agente Digitalizador, a sus socios, a sus primos y a cualquier entidad con la que se tomen una caña, el acceso total e irrevocable a todos mis datos, mis secretos comerciales, mis conversaciones de WhatsApp con mi gestor y las fotos de mis vacaciones en Benidorm. Entiendo que mis datos serán utilizados para fines tan nobles como venderme cosas que no necesito y crear un perfil psicológico detallado de mi desesperación.

Firma del Autónomo:
(Con una gota de sangre y una lágrima)

Firma del Agente Digitalizador:
(Con una risa malévola que resuena en el vacío)


Y esta, amigos, es la gloriosa realidad del Kit Digital. Es la versión gubernamental del timo de la estampita. No es que la idea sea mala. La idea de ayudar a los autónomos a modernizarse es cojonuda. El problema, como siempre en este país, es la ejecución.

El Estado no te da un pez, ni te enseña a pescar. Te da un vale para una caña de pescar. Pero el vale no incluye el sedal, ni el anzuelo, ni el cebo, ni el permiso de pesca. Y, además, para que te den la caña, primero tienes que pagar el IVA de la misma.

Es un sistema diseñado no para ayudar al autónomo, sino para que una red de «agentes digitalizadores» haga su agosto a costa de la desesperación ajena y de una subvención europea. Es un laberinto de burocracia, letra pequeña y promesas rotas.

Al final, el autónomo, después de meses de papeleo y de adelantar un dinero que no tiene, recibe su flamante ordenador. Y se da cuenta de que el «regalo» le ha atado a un contrato de dos años con un software inútil que le cuesta un dineral. El regalo era, en realidad, un cebo. Y él, el pez.

Y así es como funciona la «ayuda» en nuestro país. Una idea brillante en un Powerpoint que, al llegar al mundo real, se convierte en una chapuza monumental. Y el autónomo, una vez más, se queda con su ordenador nuevo, su cuenta bancaria temblando, y la eterna sensación de que, de alguna manera, le han vuelto a tomar el pelo.

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