(La escena: Un despacho polvoriento en el Madrid de 1956. Un SUBSECRETARIO DEL RÉGIMEN, con bigotillo y cara de perpetuo aburrimiento, recibe a un joven y enérgico alcalde de provincias.)
SUBSECRETARIO: Así que usted es Pedro Zaragoza, el alcalde de Benidorm. ¿Y dice que tiene un plan para revitalizar su pueblo?
PEDRO ZARAGOZA (desplegando un plano en la mesa): ¡Un plan no, una revolución! Olvídese de la pesca de almadraba. El futuro es el turismo. ¡Suecas, mi estimado subsecretario, miles de ellas!
SUBSECRETARIO (arqueando una ceja): ¿Turismo? ¿Y dónde va a meter a toda esa gente?
ZARAGOZA: ¡Hacia arriba! ¡Construiremos en vertical! Rascacielos. Cientos de ellos. Dejaremos la primera línea de playa libre, para que todos puedan disfrutarla. Es un urbanismo democrático.
SUBSECRETARIO: ¿Rascacielos en un pueblo de pescadores? Suena a disparate. Además, está el asunto de la moral. Esas extranjeras… visten de forma… impúdica.
ZARAGOZA: ¡El bikini! ¡Ese es el otro pilar del plan! No se preocupe, si el arzobispo protesta, cojo mi Vespa, me planto en El Pardo y se lo explico al Caudillo yo mismo. Le diré que cada bikini que entra en España es un golpe al comunismo internacional.
SUBSECRETARIO (masajeándose las sienes): Un plan basado en rascacielos y bikinis… Señor Zaragoza, esto es la mayor chapuza que he oído en mi vida. O la mayor genialidad. No sé distinguirlo.
El Bisturí del Absurdólogo: La Autopsia de un Éxito Peligroso
Bienvenidos al Archivo del Disparate. Hoy no estudiamos un fracaso, sino algo mucho más complejo: la chapuza que triunfó. La historia del milagro de Benidorm y su urbanismo, el modelo que sacó a España de la autarquía a base de hormigón, sol y divisas, sentando las bases para la sistemática aniquilación de nuestro litoral.
El Milagro de Benidorm: ¿Visión o Chapuza con Suerte?
Para ser justos, el plan original de Benidorm, aprobado en 1956, tenía una lógica aplastante y, en cierto modo, ecologista. La idea del alcalde Pedro Zaragoza de construir en vertical para evitar ocupar la costa con chalecitos era, sobre el papel, brillante. Preservaba la primera línea de playa y «democratizaba» las vistas al mar. Este audaz milagro del urbanismo de Benidorm evitó que la ciudad se convirtiera en un interminable secarral de adosados con piscina.
El problema es que esta idea visionaria venía sin libro de instrucciones, sin escrúpulos medioambientales y en un país donde la ley del suelo era una sugerencia.
La Anatomía del Urbanismo Depredador de Benidorm
El modelo de Benidorm se convirtió en un éxito por una combinación de factores que definen el ADN de la España del «desarrollismo».
- Verticalidad sin control: La idea de construir alto se pervirtió rápidamente. Se convirtió en una carrera por la máxima edificabilidad, por meter más y más apartamentos en menos espacio, a menudo ignorando infraestructuras básicas como depuradoras o aparcamientos.
- El Ladrillo como Monocultivo: El éxito de Benidorm enseñó a España una lección peligrosa: el ladrillo era dinero fácil y rápido. La economía local y nacional se hizo adicta a la construcción, abandonando otros sectores. Este fue el germen de todas las burbujas inmobiliarias futuras, un sistema tan piramidal como el del [caso Fórum Filatélico que ya analizamos].
- La Política al Servicio del Cemento: El milagro del urbanismo de Benidorm no habría sido posible sin una clase política que vio el potencial y miró para otro lado ante las irregularidades. Las recalificaciones de terrenos rústicos a urbanizables se convirtieron en el deporte nacional de los ayuntamientos costeros.
El Legado del Urbanismo de Benidorm: La Chapuza que se Copió Mal
Aquí reside la verdadera tragedia. El milagro de Benidorm y su urbanismo es, en sí mismo, un caso de estudio fascinante y hasta defendible en ciertos aspectos. Como argumentan algunos urbanistas, su alta densidad lo hace, paradójicamente, más sostenible en algunos aspectos que la urbanización expansiva.
El verdadero desastre fue la copia barata. Alcaldes y promotores de toda la costa española vieron Benidorm y pensaron: «¡Yo también quiero!». Pero solo copiaron la parte fácil: construir mucho y rápido. Se olvidaron de la planificación (la poca que había), del espacio público y de la idea de preservar la playa.
El resultado es el paisaje que todos conocemos: miles de kilómetros de costa urbanizados con bloques de apartamentos clónicos, sin alma, sin infraestructuras y a menudo vacíos la mayor parte del año. Benidorm es el original; el resto es la fotocopia cutre que ha destrozado un patrimonio natural irrecuperable, como denuncian organizaciones como [Greenpeace en sus informes sobre la costa].
Conclusión: La Resaca de un Sueño de Hormigón
El milagro de Benidorm y su urbanismo es la metáfora perfecta de la España del siglo XX: una mezcla de ingenio, picaresca, audacia y una falta total de previsión a largo plazo. Fue la chapuza que nos sacó de pobres y nos hizo ricos en cemento.
Hoy, Benidorm sigue siendo un icono, un lugar amado y odiado a partes iguales, un monumento a una época en la que creíamos que el futuro era un rascacielos con vistas al mar. El problema es que, mientras mirábamos al cielo, no nos dimos cuenta de que estábamos vendiendo el suelo que pisábamos. Y esa es una hipoteca que toda España sigue pagando.