Recibimos en la consulta una confesión. Una carta de un pecador a punto de caer en la tentación, escrita con los dedos temblorosos de la duda existencial.
Estimado Absurdólogo,
He pecado. De pensamiento. Mi iPhone tiene dos años. Funciona a la perfección. La batería me dura todo el día, hace unas fotos estupendas y lo uso para lo de siempre: WhatsApp, Instagram y para ver a qué hora cierra el Mercadona. Era feliz con él.
Pero han sacado el nuevo. El iPhone 27 «Pro Max Ultra Plus». Y de repente, mi móvil, mi fiel compañero, me parece una reliquia, un ladrillo, un pedazo de tecnología obsoleta de la Edad de Piedra. Mis amigos ya lo tienen. Lo sacan en la cena, lo ponen sobre la mesa con esa parsimonia del que sabe que tiene el objeto más deseado del mundo. Y me miran. Y miran mi teléfono. Con pena. Con una superioridad silenciosa.
Doctor, siento una necesidad irracional, un picor en la cartera, unas ganas irrefrenables de gastarme 1.500 euros que no tengo en un aparato que no necesito. ¿Soy un consumista sin remedio? ¿Estoy enfermo?
Atentamente,Un Prisionero de Apple.
Estimado Prisionero,
No, no está usted enfermo. Está usted, simplemente, asistiendo a misa. Lo que usted describe no es un impulso consumista. Es una experiencia religiosa. Porque debe entender una cosa fundamental: Apple no es una empresa de tecnología. Es la Iglesia más exitosa y rentable de la historia de la humanidad.
Analicemos la liturgia a la que ha sido usted expuesto:
- El Anuncio (La Profecía): Meses antes del lanzamiento, empiezan a aparecer «filtraciones», «rumores»… Los evangelistas tecnológicos (los youtubers de unboxing) empiezan a predicar la buena nueva. Se genera una expectación mística.
- La Keynote (La Misa Mayor): Es el gran evento. Un Sumo Sacerdote (Tim Cook), vestido con una sencillez monacal, sube a un altar (el escenario del Apple Park) para revelar al mundo el nuevo objeto sagrado. Usa un lenguaje mesiánico: «revolucionario», «mágico», «el mejor iPhone que hemos creado jamás».
- Las Innovaciones (Los Milagros): Cada año, se nos anuncian milagros que cambiarán nuestras vidas. Este año, el nuevo iPhone es un 0,01% más rápido, la batería dura 10 minutos más y, atención, han sacado un nuevo color: el «Gris Espacial Melancólico». Son milagros sutiles, solo perceptibles para los verdaderos creyentes.
- La Peregrinación (El Lanzamiento): Los fieles más devotos hacen cola durante días a las puertas de los templos (las Apple Stores), soportando el frío y la lluvia, para ser los primeros en tocar la reliquia. Es el equivalente moderno al Camino de Santiago.
- La Comunión (La Compra): El acto de pagar 1.500 euros por el nuevo teléfono. No es una transacción comercial. Es una ofrenda. Un acto de fe que te purifica del pecado de la obsolescencia y te eleva a un nuevo estatus de modernidad.
Usted, mi querido amigo, no quiere un teléfono nuevo. Usted lo que quiere es seguir perteneciendo a la congregación. El problema no es que su iPhone sea viejo. El problema es que usted se siente viejo. Apple no vende tecnología, vende estatus. Vende la ilusión de que, si tienes el último modelo, eres más guay, más creativo, más exitoso. Es el único producto del mundo que, en lugar de devaluarse al salir de la tienda, te revaloriza a ti como persona (al menos, durante los 12 meses que tarda en salir el siguiente).
Diagnóstico y Tratamiento
Usted no sufre de consumismo. Sufre de «insuficiencia telefónica programada (por el marketing)». Es una enfermedad del alma, no del bolsillo.
Diagnóstico: Es usted un hereje en potencia, y eso es maravilloso.
Tratamiento: La apostasía.
- El Mantra de la Realidad: Repita conmigo: «Mi móvil sirve para llamar, mandar whatsapps y ver memes. Y lo hace perfectamente».
- El Ayuno Digital: Deje de ver vídeos de reviews del nuevo iPhone. Es como si un alcohólico en recuperación se pusiera a ver catas de vino.
- La Ostentación del Ahorro: Cuando sus amigos saquen su flamante iPhone 27, no se achante. Saque usted su viejo móvil y, con una sonrisa de superioridad, diga: «Es increíble, ¿verdad? Con los 1.500 euros que me he ahorrado, me voy a ir una semana a las Maldivas». Verá cómo sus caras de suficiencia se transforman en muecas de envidia.
Recuerde, la verdadera innovación no es tener el último teléfono. La verdadera innovación, en el mundo en que vivimos, es ser feliz con lo que ya tienes. Y eso, mi querido amigo, es un estado mental que ninguna actualización de software puede instalar.
Atentamente,
El Absurdólogo de Guardia.