Obra Maestra para la Crítica, Somnífero para el Resto: una Película Española sobre una Oveja Triunfa en Venecia.

Caricatura que muestra a los críticos de cine aplaudiendo una película sobre una oveja mientras el público duerme, como sátira del cine de autor.

Desde la consulta del Absurdólogo de Guardia, hoy tenemos que celebrar un nuevo y glorioso triunfo de la cultura patria. Una película española, dirigida por un genio incomprendido de cuyo nombre no volveremos a oír hablar, ha sido ovacionada durante 15 minutos en el prestigioso Festival de Venecia. La película, titulada «Beee (Un Balido en el Silencio)», es un audaz largometraje de cuatro horas de duración que narra la vida contemplativa de una oveja en un campo de la meseta castellana.

La crítica internacional ha caído rendida. Han hablado de «hipnótica», «trascendental», «una obra maestra que redefine los límites del lenguaje cinematográfico». Pero, ¿qué opina el ser humano medio, ese que solo quiere comer palomitas y que no le estafen el precio de la entrada? Para ofrecerles una visión completa, hemos decidido publicar dos críticas de la misma película.


CRÍTICA #1

Por: Jean-Pierre Culturette, para la revista «El Séptimo Sello Roto (y un Poco Oxidado)».
Puntuación: ★★★★★ (Imprescindible. Una obra capital del cine contemporáneo).

«Estamos ante un hito. El director, en un acto de valentía que trasciende la narrativa convencional, nos sumerge en un ensayo fílmico sobre la ontología del ser ovino. La película, rodada en un austero blanco y negro que resalta la aridez del paisaje y del alma, nos obliga a enfrentarnos a nuestra propia condición animal.

El plano secuencia de 45 minutos en el que la protagonista, la oveja Merinoplus, mastica hierba mientras mira a un punto indeterminado del horizonte, es una de las reflexiones más profundas que se han hecho nunca sobre la vacuidad de la existencia moderna y la tiranía del tiempo lineal. El director no necesita diálogos; le basta con el sonido del viento y el rítmico masticar del animal para construir un discurso de una complejidad abrumadora.

Y el final… ¡qué final! El balido. Ese único y desgarrador «Beee» que rompe tres horas de silencio. No es un simple balido. Es un grito existencial. Es la voz de los oprimidos. Es una acusación directa contra la sociedad de consumo, el cambio climático y, probablemente, la subida del Euribor.

‘Beee’ no es una película. Es una experiencia. Una que te cambia. Sales de la sala siendo una persona diferente, más profunda, más consciente. Y con unas ganas terribles de comer cordero, en un acto de catarsis final. Una obra maestra.»


CRÍTICA #2

Por: Paco, el del bar, para la publicación «El Sentido Común Semanal (se lee en 5 minutos)».
Puntuación: ★ (Le doy una estrella porque la butaca era cómoda y me he echado una siesta de tres horas que me ha dejado nuevo).

«A ver, que me aclare. Me he metido a ver la de la oveja. Cuatro horas. CUATRO. La primera media hora no pasa nada. Sale una oveja. Comiendo. La siguiente media hora, ¿adivinan? La misma oveja. Comiendo. Pero desde otro ángulo. Un alarde de creatividad.

Me he quedado dormido tres veces. La primera vez, me ha despertado mi propio ronquido. La segunda, un señor que se ha caído de la butaca en la fila de al lado, también frito. La tercera, un ruido. Un «Beee». Resulta que era el final.

Durante los ratos que he estado despierto, he hecho cosas muy productivas. He contado las motas de polvo que flotaban en el haz de luz del proyector (127). He hecho la lista de la compra mentalmente. He repasado toda mi vida, desde la primera comunión hasta la última vez que me timaron en el taller. Y la película seguía. Con la oveja. Mirando.

La oveja tiene menos carisma que una piedra. No tiene arco de personaje. Empieza siendo una oveja y acaba siendo una oveja. No hay giros de guion. No hay sorpresas. Bueno, sí, una: que haya gente en la sala aplaudiendo.

Salí del cine con el culo plano y una pregunta existencial: ¿quién coño le da una subvención a esto? ¿Y me pueden devolver mis 10 euros? Con eso me pago dos menús del día. Que son menos ‘artísticos’, pero alimentan más. Un coñazo.»


Y esta, amigos, es la gloriosa brecha que separa a la crítica especializada del público general. Un abismo insondable. Vivimos en un universo paralelo donde un plano fijo de 15 minutos de un grifo goteando no es una tortura china, sino «una profunda reflexión sobre la efimeridad del tiempo y la crisis hídrica».

No es que una visión sea mejor que la otra. Simplemente, habitan en planetas diferentes. Y mientras los críticos de Cahiers du Cinéma sigan teniendo más poder que la taquilla, seguiremos teniendo estas maravillosas obras de arte. Películas necesarias. Profundas. Y, para la mayoría de nosotros, un somnífero mucho más eficaz que cualquier Orfidal.

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