La Ciencia Habla: el 90% de las Reuniones de Trabajo son una Estafa (y Podrían Haber Sido un Email).

Caricatura de esqueletos en una reunión de trabajo que podría haber sido un email, como sátira del estudio de Oxford.

Desde la consulta del Absurdólogo de Guardia, buenas tardes. Traemos una de esas noticias que no nos sorprenden, pero que nos reconfortan. Como cuando confirmas que ese dolor de espalda no era cáncer, sino una contractura por pasar ocho horas en una silla ergonómica del demonio. La prestigiosa Universidad de Oxford, ese lugar donde gente muy lista estudia cosas muy importantes, ha dedicado tiempo y recursos a investigar una de las grandes plagas de la humanidad moderna. Y su conclusión, publicada en medios como [The Guardian], es una caricia para el alma de millones de oficinistas: el 90% de las reuniones de trabajo son una absoluta y total pérdida de tiempo que podría haberse solucionado con un puto email.

¡Gracias, ciencia! ¡Gracias por poner en un lenguaje académico lo que nosotros llevamos años gritando en silencio mientras un tipo con un Powerpoint nos explica un gráfico circular!

Esta no es una simple estadística. Es la validación científica de nuestro sufrimiento. Es la prueba de que no estábamos locos. De que esa sensación de que tu alma abandona tu cuerpo mientras tu jefe divaga sobre las «sinergias proactivas» era real.

Para celebrar este hito y ayudarles a navegar por la jungla corporativa, desde esta consulta hemos desarrollado una herramienta revolucionaria: el «Traductor Simultáneo de Reuniones Corporativas». Un dispositivo que descifra la neolengua de tu jefe y te dice lo que realmente está pasando.

TRADUCTOR DE REUNIONES ‘NO-NOTICIARIO’ v1.0

CUANDO TU JEFE DICE: «Hola a todos. He convocado esta reunión urgente para que hagamos un ‘brainstorming’ y podamos ‘pensar fuera de la caja’ sobre el nuevo proyecto.»
TRADUCCIÓN SIMULTÁNEA: «No tengo ni la más remota idea de cómo empezar esto. Mi superior me ha metido un marrón y necesito que habléis vosotros durante una hora hasta que a alguien se le ocurra una idea medio decente que yo pueda robar y presentar como mía.»

CUANDO TU JEFE DICE: «Vamos a hacer una rápida ronda de ‘updates’ para ver en qué punto está cada uno y alinear estrategias.»
TRADUCCIÓN SIMULTÁNEA: «No he leído ninguno de los emails de seguimiento que me habéis enviado esta semana. Así que ahora, uno por uno, me vais a hacer un resumen para que yo pueda fingir que estoy al tanto de todo. Básicamente, esta reunión es mi lista de tareas pendientes, pero leída en voz alta por vosotros.»

CUANDO TU JEFE DICE: «Esta reunión es para fomentar el ‘team building’ y mejorar la comunicación interna.»
TRADUCCIÓN SIMULTÁNEA: «He leído en un blog de LinkedIn que estas cosas se llevan. Vamos a hacer una dinámica de grupo ridícula que os hará odiaros los unos a los otros, pero que quedará genial en la newsletter de la empresa. Ah, y la empresa no paga las cervezas de después.»

CUANDO TU JEFE DICE: «Tenemos que ser más ‘disruptivos’ y ‘ágiles’. Necesitamos un ‘cambio de paradigma’.»
TRADUCCIÓN SIMULTÁNEA: «La competencia nos está comiendo la tostada y estoy aterrorizado. No sé qué significan estas palabras, pero suenan a algo que diría Steve Jobs. Por favor, que alguien haga algo, lo que sea.»

CUANDO TU JEFE DICE: «Excelente punto, María. Lo aparcamos aquí y lo retomamos más adelante.»
TRADUCCIÓN SIMULTÁNEA: «Esa es la idea más estúpida que he oído en mi vida. Voy a fingir que la anoto para no herir tus sentimientos, pero este tema acaba de ser enterrado en el cementerio de las malas ideas, junto a la máquina de vending de comida sana y mi propósito de acordarme de vuestros nombres.»

CUANDO TU JEFE DICE (al final de la reunión): «Vale, pues el ‘next step’ es que preparéis un informe con las conclusiones de hoy. ¡Buen trabajo, equipo!»
TRADUCCIÓN SIMULTÁNEA: «Gracias por vuestro tiempo. Acabáis de perder una hora de vuestra miserable vida para llegar a la conclusión de que ahora tenéis más trabajo que antes de empezar. Y sí, este informe también podría haber sido un email.»

Como ven, la tecnología es una maravilla. Pero la verdadera pregunta que plantea el estudio de Oxford no es por qué existen tantas reuniones de trabajo que podrían haber sido un email. La pregunta es por qué las seguimos aguantando.

Quizá sea porque las reuniones no son una herramienta de productividad. Son un ritual. Un acto de reafirmación de la jerarquía. Un teatro donde el jefe demuestra que puede secuestrar el tiempo de sus subordinados a voluntad. Son, en definitiva, la versión moderna de la misa obligatoria. Y nosotros, como buenos feligreses del capitalismo tardío, acudimos a la iglesia cada día, rezamos lo que nos dicen que recemos, y esperamos a que el sermón termine para poder, por fin, volver a lo nuestro.

Que, irónicamente, es responder a todos los emails que se nos han acumulado durante la puta reunión.


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