Volkswagen Presenta su Nuevo Plan: El Coche es Tuyo, los Botones de Alquiler.

Caricatura de un conductor congelado en un Volkswagen mientras un datáfono le pide la tarjeta para activar la calefacción.

Desde la consulta del Absurdólogo de Guardia, hoy vamos a hablar de un milagro de la ingeniería alemana. No, no me refiero a un motor que dura medio millón de kilómetros, sino a la invención de la primera estafa por fascículos legalizada a nivel mundial. Volkswagen, esa marca que un día fue «el coche del pueblo», ha decidido que el pueblo tiene demasiados derechos y ha presentado su nuevo modelo de negocio: el Feudalismo Digital sobre Ruedas.

 

La idea es tan sencilla como diabólica. Usted, querido ciudadano con el sudor de su frente convertido en una entrada para un coche, va al concesionario. Paga un dineral que le tendrá hipotecado hasta que sus nietos hereden la deuda y, a cambio, le dan un flamante Volkswagen eléctrico. Usted se monta, feliz, y en pleno enero en Burgos, con una helada que hace tiritar a los osos polares, decide activar la calefacción de los asientos. Pulsa el botón y… nada. En la pantalla del coche, un mensaje con la calidez de un inspector de Hacienda: «Función no disponible. Suscríbase al Plan Invierno Polar por solo 19,99€ al mes».

¡Bienvenidos a las «Funciones bajo Demanda»! Un nombre corporativo precioso para algo que en mi pueblo llamamos «pagar dos veces por el mismo cerdo». El coche, amigos, sale de fábrica con todo puesto. Los cablecitos de la calefacción están ahí, bajo su culo, esperando una orden. El motor tiene toda la potencia, pero un programa informático le ha puesto una brida, como a un caballo percherón con demasiado brío. Usted ha pagado por el hardware, por el cobre, por el plástico, por el montaje… pero no ha pagado por el «privilegio» de usarlo. Es la misma lógica que si te compras una casa y el constructor te dice: «La cocina es suya, pero si quiere usar la vitrocerámica, tiene que descargar la app y pagar la cuota. Y ojo, la función ‘hacer lentejas’ es del paquete premium».

Los ejecutivos de traje impoluto en Wolfsburgo le llamarán a esto «flexibilidad». Dicen que así el cliente solo paga por lo que usa. ¡Qué generosidad! Es la misma «flexibilidad» que tiene un rehén con su secuestrador. La realidad es que han encontrado la forma de convertir un producto en un servicio perpetuo. Han conseguido que tu coche, esa máquina por la que te has endeudado, te trate como a un inquilino que no ha pagado el alquiler.

Esto, queridos lectores, es una pendiente resbaladiza por la que nos vamos a despeñar todos. Si hoy es la calefacción, mañana será el intermitente derecho. «¿Desea activar el ‘Pack Giro Seguro’? Tres usos por 1,99€». ¿Y pasado mañana? «¿Ha pinchado una rueda? La función ‘Desbloquear Gato y Rueda de Repuesto’ tiene un coste de 50€. Pulse Aceptar para no quedarse tirado en un polígono». La bocina podría funcionar con un sistema de micropagos: un pitido corto, 50 céntimos; una ráfaga de indignación en un atasco, 5 euros.

Es la culminación de un proceso que empezó en el mundo digital y que ahora ha saltado al asfalto. Ya nos acostumbramos a no poseer nuestra música (Spotify), ni nuestras películas (Netflix), ni nuestro software (Adobe). Pagamos licencias de uso, somos meros arrendatarios de nuestra cultura y nuestras herramientas. Pero aplicarlo a un objeto físico de 2.000 kilos que has pagado con sangre, sudor y renunciando a las vacaciones durante una década, es un nuevo nivel de descaro.

El problema de fondo no es el botón del asiento calefactable. El problema es la muerte del concepto de propiedad. Nos están convirtiendo en suscriptores de nuestra propia vida. Alquilamos nuestra casa, nuestra música, nuestro ocio y, ahora, los trozos de nuestro coche. Nos venden la ilusión de la elección mientras nos atan con cadenas de pagos recurrentes, un goteo constante que vacía nuestra cuenta bancaria con la eficacia de un vampiro anémico pero persistente.

Así que la próxima vez que vean un anuncio de un coche nuevo y reluciente, no pregunten por los caballos de potencia o el consumo. Pregunten: «Disculpe, ¿el volante viene incluido en el precio base o es una suscripción aparte?». Porque a este paso, para arrancar el coche por la mañana, primero tendremos que ver un anuncio de cinco segundos y aceptar las cookies. Y eso, amigos, no es el futuro. Es una distopía con olor a coche nuevo.

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